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MUSIKÉ

IMPULSO/ Ernesto Hernández Alarcón
ANUAL 2016

Ésta es la última entrega de tres acerca de los 43 discos más importantes del convulso 2016.

15.- Rob Zombie, “The Electric Warlock Acid With Satanic Orgy Celebration”

Cortes rápidos, directos y machacantes, orgía de sonidos apocalípticos, guitarras industriales, Piggy D en los bajos intestinales, Ginger Fish a cargo de la batería del averno, Zeuss en la programación del tétrico show comandado por el Zombie, quien, a pesar de su línea oscura-gore, degusta coquetear con canciones digeribles, con estribillos accesibles, que, sin perder su irreverencia, pudieran abarcar un mercado más allá de sus miles de seguidores cautivos.

14.- Bon Jovi, “This House Is Not For Sale”

Este trabajo marca historia para Bon Jovi, regresan a los estudios Power Station, donde comenzaron su ya larga y prolífica trayectoria allá por los inicios de los años ochenta. Resalta la ausencia de Richie Sambora. Un disco que denota gallardía y entusiasmo con tintes electrónicos de sobreproducción que harán sombra a las guitarras rítmicas en determinado momento. No es un regreso a sus raíces como sugiere la portada, es un Bon Jovi más versátil que dividirá a sus más acérrimos seguidores.

13.- Ace Frehley, “Origins, Vol 1”

El “spaceman”, icónico miembro de KISS por muchos años, nos entrega un compilatorio de versiones de temas originales de grupos o artistas que han sido sus principales influencias, sus orígenes. La lista agrupa a grandes como Free, Cream, Led Zeppelin, Thin Lizzy e incluye colaboraciones de ilustres personajes de la música como Slash de Guns and Roses. En lo personal, me llama la atención que Frehley realiza una versión del corte “Rock and Roll Hell” de los mismos KISS, el cual formó parte de uno de los mejores discos de la banda neoyorkina: “Creatures of the Night” de 1982, donde estaba acreditado el citado Frehley, pero quien en realidad no colaboró en ninguna de las canciones. Un regalo primordialmente a lo más sagrado de banda kabuki: la KISS Army.

12.- Brendan Reilly, “The Life Of Reilly”

Un plato intimista, suave y amistoso, un músico que ha formado parte del desconocido engranaje que requiere la industria musical para que los grandes artistas o grupos brillen en la farándula. Buscando empaparse de las glorias de las candilejas y salir un tanto del anonimato, el artista nos entrega una propuesta de jazz muy fresco que sabe coquetear con un alegre sentimiento que desemboca en una plataforma de sofisticadas texturas.

11.- Robbie Williams,”The Heavy Entertainment Show”

Como era de esperarse, la estrella británica buscaba una obra majestuosa, para tal efecto, la sangre joven de Brandon Flowers de los The Killers, Rufus Wainwright y Ed Sheeran fue requerida para formar parte del espectáculo. Ambicioso y neurótico, con sampleos a la Serge Gainsbourg, inclusión de Serguei Prokófiev, críticas a Vladimir Putin, el llamado Robbie Williams busca ser el entretenedor más grande del mundo.

10.- Pet Shop Boys, “Super”

Lo que más me sorprende de este veterano dueto conformado por Neil Tennant y Chris Lowe es su gran capacidad de supervivencia. Coincido con un colega periodista, la clave se llama: Stuart Price, su productor de cabecera que los ha ayudado a: “No a que los Pet Shop Boys se adapten al modo de la música electrónica actual, sino que la música electrónica actual se adapte al modo de ellos”. Ahora bien, el citado colega se pregunta cuál será la razón de que ninguno de los discos de los PSB se denomine “Pop”, siendo ellos claros referentes de esta cultura. Veamos algunos títulos (todos sencillos y directos) de su larga discografía: “Actually”, “Electric”, “Please”, “Yes”, “Elysium”, “Very”. La respuesta, bajo mi apreciación, es sencilla y sería la siguiente: el “pop” ya tiene otro nombre y su nombre en mayúsculas y negrita se escribe Pet Shop Boys.

9.- Paul Simon, “Stranger to Stranger”

Este trabajo discográfico es precisamente lo que podemos esperar de un músico global, repleto de recursos y aportaciones muy peculiares que nacieron de “una temporada de invierno emocional, un paisaje desértico, sin ideas, con la ansiedad de no tenerlas”. Tal vez por ello, a pesar de contar con una alta riqueza melódica, el recorrido de canciones aparenta no tener un fin común. Retrata la obsesión de un artista que busca a toda costa plasmar o transmitir los ritmos sobre la melodía. Paul Simon reflexiona de nueva cuenta sobre la importancia perpetua del cambio.

8.- Elton John,” Wonderful Crazy Night”

Uno de los datos más importantes de esta producción discográfica es que representa el regreso de la Elton John Band, algo que no sucedía desde el 2006. Alegría y soltura marcan la pauta en el disco número 32 de Sir Elton John. A sus 69 años, mira hacia adelante con optimismo y un furor íntimo que lo llenan de vida.

7.- Sting, “57th & 9th

El tema “50.000” está inspirado en las recientes muertes de David Bowie, Prince y Lemmy Kilmister, habla de la mortalidad de los inmortales. “The Empty Chair” fue escrita desde la perspectiva del periodista James Foley, asesinado por ISIS en 2014. El escepticismo del cambio climático es retratado en “One Fine Day” y la empatía y solidaridad con los refugiados europeos se manifiesta en “Inshallah”. Estamos hablando de un trabajo sumamente reflexivo de un artista que está posicionado más allá que la vida misma.

6.- PJ Harvey,” The Hop Six Demolition Project”

No podía faltar la ministra Inglesa Polly Jean Harvey en la escena musical de un año realmente alarmante en materia humanista. Afganistán, Washington y Kosovo fueron puntos de encuentro y posterior inspiración para la representante mundial del folk más crítico e irreverente. Letras osadas y arreglos correctos engalanan un disco lleno de carga política y social con un mensaje contundente más que directo.

5.- Radiohead, “A Moon Shaped Pool”

Un recorrido de donde podríamos extraer miles de palabras y conceptos, pero, al mismo tiempo también nos invita a suspirar inexpresivamente y olvidarnos de todos ellos. Melancolía demoledora e infinitas voces que aterrizan en un limbo donde conviven en un amasiato la tranquilidad y la desolación. A través de acordes fracturados y nerviosos, esta inmaculada banda oriunda de Oxford aún no aprende a hacer discos malos. Un trabajo orgánico y humanista.

4.- The Rolling Stones, “Blue & Lonesome”

En cierto espacio de la vida, nuestras proyecciones, metas y sueños parecieran no tener límite. Con el paso del tiempo, el recorrido es una línea que paulatinamente se convierte en un cuadrado, conduciéndonos inexorablemente al punto de inicio. La lasciva lengua de sus satánicas majestades se permuta a un azul bismuto que evoca al blues norteamericano de Chicago como ese posible punto de sus raíces más rocanroleras.

3.- Nick Cave & Bad Seeds, “Skeleton Tree”

Hay dos tipos de muerte: la terrenal y la que se estaciona adentro del espíritu de alguien y la sufre y reta en vida. El Australiano Nick Cave, brillante y turbulento, ha bajado los brazos, se ha rendido y entregado al inmenso dolor producido por el fallecimiento de su hijo Arthur de 15 años. Un disco desgarrador y profundamente triste ante este escenario revelador y desafiante. En el tema ´Jesus Alone´, pareciera que invoca desde la nada a su descendiente: “Con mi voz, te estoy llamando…”. Arthur fue presa de la primera, Nick padece la segunda. El principio del fin.

2.- Leonard Cohen, “You Want It Darker”

Desde los acordes fúnebres del violín que resguarda “Steer Your Way”, hasta el tenebroso verso “Estoy preparado Señor” del corte homónimo al álbum, con una serenidad escalofriante, el legendario poeta y profeta se despide de este mundo terrenal a través de un réquiem desolador donde su voz profunda lo envuelve todo. Su clásico de hace años, ´The Future´, apunta en dirección hacia arriba con una de sus últimas declaraciones: “Tengo la intención de vivir para siempre…”, un oscuro y optimista epílogo.

1.- David Bowie, “Blackstar”

Por el solo hecho de tratarse de la obra póstuma de un artista del calibre de David Bowie, este álbum sería el álbum más trascendente del año, por si fuera poco, el camaleónico artista que ahora nos observa junto a Ziggy Stardust desde algún punto de Marte nos entregó un recorrido de canciones que transpiran la auténtica desesperación ante el llamado inexorable de la señora muerte. Un personaje adelantado a su época que, al final del camino, tuvo la osadía de adelantarse a su propia muerte.

Por el solo hecho de tratarse de la obra póstuma de un artista del calibre de David Bowie, este álbum es el álbum más trascendente del año.

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