IMPULSO/Ángel Díaz del Río
Toluca
En 2015, México ocupó dentro de la clasificación de la Unión Interparlamentaria (UI) el séptimo lugar entre los países con mayor participación femenina (42.4 por ciento) en sus parlamentos, lo cual no lo exime de tener una cultura discriminatoria, sostuvieron Martín Rodríguez Peñaloza y Adriana Soledad Espinoza Flores, especialistas de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Los investigadores del Instituto de Estudios sobre la Universidad (IESU) y de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UAEM puntualizaron que las cuotas de género, como medida que obliga a incorporar un número determinado de mujeres en las listas de candidaturas a cargos electivos de decisión de los partidos políticos y del Estado representa un avance cuantitativo en el empoderamiento de las mujeres en la representación parlamentaria, pero lo cierto es que no garantizan un avance hacia una cultura de género.
Abundaron en que la discriminación de la que ha sido objeto la mujer obedece a factores culturales, independientemente de su nivel de desarrollo económico, político o social, es decir, no depende de si un país es más rico o más pobre, si es de una u otra religión, de una u otra ideología filosófica o política, de tal o cual región, de una u otra raza o si tiene o no una cuota de género obligatoria, en otras palabras, “la discriminación de género está presente en cualquier espacio territorial del mundo, llámese país desarrollado o subdesarrollado”.
En países como Reino Unido, Estados Unidos y Japón, con democracias avanzadas de libertades y oportunidades, los niveles de participación de las mujeres en sus parlamentos son muy bajos.