IMPULSO/ Carmen R. Ponce Meléndez/Cimacnoticias
Forjando la igualdad
“El cuidado es un bien público esencial para el funcionamiento de las sociedades, un derecho fundamental y una necesidad en diversos momentos del ciclo de vida En América Latina, la forma en que es provisto origina desigualdades profundas. Éstas se expresan en una organización social que asigna a las mujeres el trabajo de cuidado remunerado y no remunerado, con frecuencia, a expensas de su bienestar, oportunidades laborales y protección social, ello bajo la ausencia de respuestas públicas suficientes y adecuadas para quienes requieren de cuidado y sus cuidadoras, además de una oferta de mercado sumamente segmentada”, éste es uno de los planteamientos del documento “Políticas de cuidado en América Latina. Forjando la igualdad” de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Este tema es particularmente importante en México –uno de los países más desiguales de América Latina- las mujeres dedican 28.8 horas semanales al trabajo no remunerado de cuidado, en tanto que los hombres únicamente 12.4 horas. Una brecha de género que tiene graves consecuencias económicas, civiles y políticas para las mujeres.
Esta desigualdad está muy marcada por la maternidad, ya que, en el cuidado a personas de cero a cinco años, se aprecia la brecha de género más alta, las más afectadas son las mujeres pobres, las indígenas y las afrodescendientes.
No existe ningún reglamento, decreto o ley que establezca que esta actividad debe recaer exclusivamente en las mujeres, sin embargo, la cultura patriarcal así lo establece. Es el llamado “suelo pegajoso” o carga de género.
Romper con esto es parte de la luchas de las mujeres por la igualdad, pero requiere el compromiso del Estado mediante políticas públicas. Cerrar las brechas de género en aras del desarrollo. Forjando la igualdad, mediante la construcción de políticas públicas para la igualdad.
¿Qué implicaciones tiene?
Es una limitante muy importante en el desarrollo económico, político y profesional de la sociedad y de las mujeres, una de las causas de la pobreza femenina, porque no les permite acceder a un ingreso, limita su autonomía económica.
Según datos de la CEPAL, en México, para el 2010, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral (trabajo remunerado) fue de 44.2. En contraste, alcanza 60.7 puntos porcentuales en Perú, incluso en Guatemala es más alta (45.1).
La tasa de participación masculina es prácticamente del doble, 75.9 por ciento (datos de ENOE-INEGI (2015).
Con el nivel de ingresos sucede lo mismo, el porcentaje de mujeres que ganan más de cinco salarios mínimos apenas es de 4.9, el equivalente a más de 11 mil pesos mensuales (datos de ENOE-INEGI, tercer trimestre 2015).