IMPULSO/
Rabindranath Salazar Solorio (colaboración especial)
Nuestro país y la Unión Europea llevan más de un año de negociaciones para la actualización del Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación. Durante este tiempo, se han realizado ya cuatro rondas de negociaciones que han consolidado mecanismos de vinculación para la interlocución y cooperación entre ambas partes.
Precisamente, en la Cuarta Ronda de Negociaciones, la cual inició el 26 de junio de 2017, se buscó el avance en los nuevos acuerdos en materia de medidas sanitarias, fitosanitarias y de propiedad intelectual, industrial y comercial; respecto a este último tema, nuestra contraparte negociadora ha propuesto un candado que podría parecer risible, pero que ha tomado seriedad en esta última negociación: propone restringir que una serie de productos producidos en nuestro país o de exportación, tengan nombres con denominación de origen.
Es decir, si un producto como el queso feta, el cual es producido y consumido principalmente en Grecia, ya no podría llamarse así si lo producen en México, ni siquiera se podría llamar “queso tipo feta”, de acuerdo a la propuesta europea. Si se acepta, la propuesta afectaría hasta 300 productos que se consumen a nivel nacional.
A esta disputa se le ha denominado a manera de sátira como “La Guerra de los Quesos”, en una alusión clara a la Guerra de los Pasteles, el breve conflicto armado entre México y Francia de 1839.
Si bien ésta no es una restricción de producción, si es de nombre, debido a que la Unión Europea busca posicionar sus productos a nivel internacional, generando así cierta exclusividad y eliminando de manera gradual la “competencia” que genera la fabricación de estos productos en otras latitudes.
Este tipo de controversia no ha sido exclusiva con México. Durante las negociaciones del Acuerdo Comercial entre la Unión Europea y Canadá, existió la misma problemática. La solución a la que llegaron fue la aceptación de la proposición europea bajo la condición de llamar a los quesos como “queso tipo” y el lugar de origen.
No obstante, esta solución no parece tan sencilla para nuestro país. En la actualidad estamos iniciando también las negociaciones para la actualización del TLCAN, por lo que estas restricciones podrían desacelerar las negociaciones con nuestras contrapartes estadounidenses, debido a que importamos de EU quesos como el queso parmesano, que no tienen la limitación denominativa.
El grupo negociador de la Secretaría de Economía ha propuesto que se conserve la reglamentación vigente que establece una pequeña variabilidad en los nombres de los productos, y que los productores europeos denominen a sus productos exportados con el tipo de queso y su lugar de origen.
Se tiene previsto seguir con las rondas hasta finales de este año, para tener lista la actualización del Acuerdo lo antes posible. Esta problemática será un tema que discutiremos los legisladores europeos y mexicanos en la próxima reunión de la Comisión Parlamentaria Mixta México-Unión Europea, lo cual será un aliciente para llegar a un acuerdo en beneficio de ambas regiones.