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Berlín
Menos de una semana después de haber sido investida canciller por cuarta vez, Angela Merkel aterrizó la tarde de este lunes en Polonia, para pedirle al país vecino y socio díscolo de la Unión Europea unidad ante la creciente volatilidad internacional. “Tenemos que tener una política común hacia Rusia y hacia China”, dijo Merkel en una conferencia de prensa junto al primer ministro polaco, según la agencia Reuters. Mateusz Morawiecki se mostró además optimista respecto a las negociaciones con Bruselas a raíz de la polémica reforma judicial polaca, cuyas aclaraciones debe presentar el Ejecutivo de Varsovia este martes en la capital comunitaria.
Morawiecki también aseguró que se había puesto de acuerdo con la canciller para “que la Unión Europea de una respuesta firme y no solo simbólica” al envenenamiento de un exespía ruso en Reino Unido. “Los agresores rusos tienen que saber que no se puede permitir un ataque a un país de la OTAN”, añadió.
El de este lunes fue el segundo viaje al extranjero de su cuarto mandato, tras su visita a París el pasado viernes. Las relaciones entre Berlín y Varsovia, dos países vecinos y socios indispensables atraviesan una etapa de enfriamiento, pero este lunes Merkel trató de enviar un mensaje conciliador y de acercamiento hacia una Unión que Berlín y París se han propuesto “refundar”. En Varsovia, la canciller insistió en la importancia del futuro de toda la Unión Europea, no solo de la Eurozona, donde el eje franco alemán planea centrar las reformas más inmediatas.
Berlín es consciente de que cualquier alteración de envergadura de la UE como la que se propone con Francia va a necesitar del apoyo del resto de la Unión, incluido el frente del Este. Quebrar la resistencia de Polonia y de Hungría a la política de reparto de refugiados que defiende Merkel para la UE es otro de los grandes escollos para lograr avanzar y otro de los asuntos que la canciller abordó este lunes con el primer ministro polaco.
El Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS) ha tensado la tupida red de intereses que comparten Berlín y Varsovia. El distanciamiento de Polonia de los valores democráticos compartidos en la Unión, preocupa a Berlín, especialmente en un contexto, en el que las élites políticas tanto en Rusia como en Estados Unidos viven como un triunfo la erosión de los consensos labrados con mimo en Occidente durante décadas.
“Hay una voluntad de profundizar la relación germano-polaca”, aseguró anoche durante la conferencia de prensa el primer ministro polaco. Morawiecki dijo incluso, que Varsovia está dispuesta a revivir el llamado “triángulo de Weimar”, para trabajar en formato trilateral con Berlín y con París. Merkel habló por su parte de “intereses compartidos entre ambos países”.
Formalmente, todo fue aparente armonía en la visita oficial de la canciller, pero lo cierto es que un abismo separa desde hace tiempo a los países vecinos. El reparto de refugiados, las controvertidas reformas judiciales de Varsovia o las compensaciones por la II guerra mundial que pide Polonia son solo algunos de los asuntos que dividen a los dos países, que son sin embargo a la vez socios indispensables. El gasoducto Nord Stream 2, que transportará gas directamente desde Rusia a Alemania es otro de los principales puntos de fricción entre los dos países. Berlín defiende el proyecto gasístico, pero Varsovia se opone, porque considera que incrementará la dependencia energética europea de Moscú.
Polonia, se ha convertido en un socio reticente de la UE, cuyas credenciales democráticas se desdibujan desde 2015, de la mano del Gobierno ultraconservador Gobierno de Ley y Justicia (PiS). No se esperaba sin embargo que Merkel elevara el tono en esta visita ante la erosión del Estado de derecho en Polonia. Las críticas y reprimendas a Varsovia se las reserva Berlín a Bruselas.
Las reformas judiciales que atentan contra la separación de poderes provocaron la activación por primera vez del artículo 7 del tratado europeo para poder castigar a Polonia como posible incumplidora del Estado de derecho. La visita de Merkel se produce además la víspera de que el Gobierno polaco presente en Bruselas las medidas y aclaraciones necesarias para apaciguar la inquietud del Ejecutivo comunitario sobre el sistema judicial.
El primer ministro Morawiecki aseguró este lunes que han puesto en marcha “un diálogo constructivo” con la Comisión Europea sobre la reforma judicial y estimó que los próximos dos meses resultarán cruciales para alcanzar un acuerdo. “En el contexto de las conversaciones [con Bruselas], puedo decir que hay luz al final del túnel, que alcanzaremos un acuerdo […] pero necesitaremos el entendimiento de ambas partes”, aseguró Morawiecki. EL PAIS