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Ciudad de México
La discapacidad motriz que sufre desde que nació, hace 26 años, no ha sido limitante para Matías Santiago Alaniz Álvarez. Tampoco la miopía aguda que le impide una clara visión.
Con gran fuerza de voluntad, recientemente se tituló con mención honorífica como licenciado en ciencias políticas y administración pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), carrera que cursó en el sistema abierto y de educación a distancia. No conforme, ya piensa en su siguiente paso: cursar una maestría en línea en la casa de estudios.
Su inteligencia, constancia y disciplina se anteponen a todas sus limitaciones físicas: no puede moverse, tampoco ve con claridad y tiene dificultades para expresarse oralmente. Aun así, en entrevista con La Jornada, bromea y explica lo dura, pero a la vez gratificante, que ha sido su trayectoria académica, siempre en escuelas públicas.
Concluyó la licenciatura en el tiempo establecido por el plan de estudios: cuatro años. Y le bastaron seis meses para terminar su tesis titulada El sistema político mexicano: sus principales mecanismos de preservación 1968-1994.
Hace un análisis de las estrategias que usa el sistema político para evitar que los movimientos sociales crezcan y lo pongan en riesgo.
Delinea dos maniobras: “Desprestigiar a los movimientos a través de los medios de comunicación masiva y reprimir a los líderes”.
Se siente orgulloso de haber concluido la licenciatura, lo que le dio una más de las innumerables lecciones de vida que ha tenido. “Me dejó la seguridad de que puedo conseguir lo que sea si me lo propongo”.
Su madre, Patricia Alaniz, lo acompaña en todo momento. Es quien lo apoya para expresar sus ideas, aunque Matías se esfuerza siempre por darse a entender. Bastan unos minutos a su lado para que sus palabras sean cada vez más claras y, sobre todo, destaca su inquebrantable sentido del humor.
Padece una encefalopatía no progresiva de tipo atetoide, equivalente a una parálisis cerebral, lo que provoca que la zona de su cerebro que controla los movimientos voluntarios tenga un daño permanente. Ello lo obliga a estar en su silla de ruedas, pero lejos de verla como una prisión, es su herramienta de trabajo. En ella instaló el sistema de cómputo con el que estudia. Lo controla mediante su pie y le permite, entre otras funciones, trasladar escritos a imágenes y a lenguaje oral.
Vive en Guadalajara y estuvo dos días de visita en Ciudad de México para ser uno de los invitados especiales a la ceremomia por el 45 aniversario del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la UNAM.
Varios son sus referentes, aunque tres muy especiales: el cosmólogo británico Stephen Hawking, la escritora mexicana Gabriela Brimmer (1947-2000) y el escritor y pintor irlandés Christy Brown (1932-1981). Todos con discapacidades que les complicaban la motricidad hasta el grado de la parálisis, pero que son ejemplo de superación académica e intelectual. LA JORNADA