IMPULSO/Agencia SUN
Costa Rica
Luego de tres semanas de convulsión política por los mortales choques entre fuerzas oficialistas y opositoras, Managua registró este miércoles dos multitudinarias marchas antagónicas, una de repudio y otra de apoyo al gobierno del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.
Al grito de “¡Fuera la dictadura!”, miles de nicaragüenses llegaron en la tarde a Managua procedentes de varias zonas del país y recorrieron unidos diversos sectores de la ciudad en una multitudinaria marcha contra Ortega y Murillo, en un clamor de democracia y de justicia para exigir la renuncia de la pareja gobernante y el fin de la represión política.
En otro rincón de la capital, y al ritmo de conjuntos musicales que entonaron canciones revolucionarias, miles de nicaragüenses aclamaron al presidente y a la vicepresidenta en una movilización que el gobierno convocó como “canto por la paz y el cariño”.
“Queremos la paz”, pidió el nicaragüense Gustavo Porras, presidente de la Asamblea Nacional (Unicameral) y del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El 19, diario digital oficialista, alegó que los nicaragüenses reunidos al llamado gubernamental “manifestaron su contundente respaldo” para llevar a Nicaragua “por sendas de paz, progreso y unidad, con el buen gobierno sandinista”.
Al cumplirse 22 días del estallido de la sangrienta movilización de repudio a Ortega y Murillo que desató la más grave crisis política del principal aliado antiWashington de Cuba, Venezuela y Bolivia en Centroamérica, estudiantes, trabajadores, campesinos y empresarios desfilaron bajo vigilancia policial y demandaron la dimisión de los gobernantes y el castigo a los represores. “Basta ya, fuera la dictadura” proclamaron, al culpar al gobierno de las muertes por lo que calificaron como intensa represión policial en alianza con turbas paramilitares oficialistas. Organismos no estatales de derechos humanos aseguraron que desde el inicio de las revueltas antigubernamentales, el 18 de abril pasado, fallecieron entre 47 y 63 personas.
El gobierno, que acusó a Estados Unidos de financiar las protestas de la derecha nicaragüense, aseguró que hubo 10 muertos. Los opositores negaron la acusación.
No hubo informes de violencia en las marchas.
El lío estalló por una reforma al seguro social que el gobierno debió derogar por el rechazo callejero.
El conflicto reactivó una exigencia opositora de democracia al denunciar que el dúo gobernante cometió fraudes electorales, instaló una dinastía dictatorial, relegó a la oposición de participar en política y dominó los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral sostenido por fuerzas policiales y militares. El gobierno rechazó esos cargos.
Periodistas nicaragüenses pidieron ayer al oficialismo detener la represión a la prensa.
Todavía está pendiente que se defina la fecha de inicio de un diálogo entre todas las partes ofrecido por el gobierno, con mediación de la jerarquía católica.