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Marchan en Cancún por jóvenes desaparecidos en bares

IMPULSO/ Agencia SUN
CANCÚN, QR.
Al grito de “regresen a Max”, amigos y familiares de Maximiliano, el joven de 18 años que fue privado de su libertad en el bar Distrito Cavana, el 27 de octubre pasado en Cancún, salieron a las calles de esta ciudad para manifestarse pacíficamente y exigir el retorno con vida del muchacho y de Sahir, el estudiante regiomontano que desapareció también, pero en el bar Palazzo, de la zona turística, el 11 de julio de este año.
Las y los participantes, alertaron sobre el nuevo modus operandi de criminales que atajan a jóvenes en los bares, les ofrecen drogas y de negarse hay represalias. Coincidieron en que el nivel de inseguridad y violencia que se vive en la ciudad, ha modificado patrones de conducta y de diversión entre los propios jóvenes, quienes se dijeron temerosos de salir a divertirse.

Sin importar la lluvia, vestidos de blanco y convocados por Héctor -amigo de Max- madres de familia, estudiantes y compañeros, se reunieron la tarde de hoy en el Monumento de las Estrellas y los Caracoles, conocido coloquialmente como la Glorieta del Ceviche, en el centro de la ciudad, para partir de ahí hacia el Palacio Municipal.

Con pancartas, recorrieron la avenida Tulum con destino a Plaza de la Reforma, en compañía de Mónica, la madre de Maximiliano, el joven que para celebrar su cumpleaños, ver a su padre y pasar unos meses aquí, había retornado de Estados Unidos, a la espera de volver e ingresar a la universidad.

“Todos por Max”, ¡queremos a Max!”, “regresen a Max”, coreó el contingente encabezado por una hilera de madres de familia que sostenían una lona con la leyenda: “Ayúdale a regresar a casa!”, la cual incluía el nombre completo del joven y las etiquetas cibernéticas #Cancún, #NoMasDesaparecidos y #TodosUnidos.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Mónica, la madre de Max, precisó que una noche antes de su desaparición, Max salió al Distrito Cavana con su amigo, Jean; en algún momento el muchacho entró al baño y se tardó, por lo que su acompañante entró a buscarlo y se topó con que Max estaba siendo “presionado” por dos sujetos.

“Lo estaban presionando para no sé qué, pero lo que nos contó Jean es que Maximiliano estaba muy pálido; Max le dijo que no pasaba nada y, confiado, Jean salió a fumar un cigarro afuera de Distrito Cavana y después de un buen rato de mandarle mensajes a Max, y ver que no le respondía, regresó al bar y ya no lo encontró”, expresó.

Mónica subrayó que ha sido apoyada por las autoridades locales, quienes han recabado mucha información y evidencias que podrían ayudarle a recuperar con vida a su hijo.
“Tengo la esperanza todavía de que él puede estar con vida y que puedo encontrarlo. Si me puedes escuchar, Max, resiste, hijo”, expresó la mujer.

El joven vivió y estudió cinco años en Cancún con su madre. Hace un año regresaron a Estados Unidos, pero él volvió luego de cumplir 18 años para ver a su padre y pasar una temporada en la ciudad.

“Cumplió 18 años y quiso venir a conocer el ambiente de los antros. Llegó el ocho de octubre. Vino a ver a su papá, que vive aquí y se iba a quedar hasta diciembre, porque en enero entra a la universidad. Él quería ser piloto y lo iban a asesorar para ver qué carreras son afines”.

“Maximiliano es un bobo, un niño muy tranquilo, muy amoroso, muy cariñoso, muy buen hermano, no tiene malicia. Duró con una novia tres años, es una persona muy estable. En Estados Unidos su ambiente era el boliche, las maquinitas, le encantaba sacar peluches de la garrita… ese es el tipo de niño que tengo. Muy sencillo, no malicia, estaba a conocer el ambiente de fumar, de tomar, pero es un niño muy sano”, narró.

Al agradecerles por organizar la protesta, Mónica se dirigió a los amigos de su hijo y les dijo que, como jóvenes, deben cuidarse entre ellos mismos.

“Esto es real, esto está sucediendo en Cancún; ahora sí que como siempre las mamás les decíamos a las mujeres, ‘no vayas sola al baño, llévate a un amigo’; literal, hombres, no vayan solos a los baños. No pueden confiarse en decir ‘no pasa nada’; sí pasa”, advirtió, conteniendo el llanto.

Por separado, Héctor, el amigo de Max que convocó a la manifestación, reprochó el grado de inseguridad en que vive la población. “La verdad está nefasto. Ya no podemos salir sin que haya desapariciones, asaltos, asesinatos, violaciones. Como jóvenes no queremos eso, no queremos que se repitan esas situaciones. Cancún está cada vez peor. No sabemos cuándo nos va a tocar”, dijo.

Sergio, también amigo de Max, se dijo consternado por lo sucedido. “Creo que la inseguridad en Cancún está muy fea, tanto para hombres como para mujeres. Yo no pensaba que las cosas se iban a poner así, porque Cancún era el lugar para divertirse, para pasarla bien y nos damos cuenta de que Cancún ya cambió y que estamos corriendo peligro”, lamentó.

Alexis, de 18 años, con ocho años de residencia en esta ciudad, dice que mucho tiempo se sintió ajeno a la posibilidad de que algo le pasara, hasta que le sucedió a Max. “Yo como chavo veía lejano que me tocara a mí; lo veía como algo de película que no pasa, pero esto fue de gran impacto en mi vida, porque Max es un amigo muy cercano y siento ese nervio de salir a algún lugar, a cualquier hora del día”, comentó.

“Por nuestras hermanas que ya no están”, piden justicia

El contingente que exigía la aparición de los jóvenes entró a la Plaza de la Reforma y al pie del balcón del Palacio Municipal refrendó sus demandas. A su paso, se toparon con un acto distinto, aunque ligado. Otras ciudadanas montaron un pequeño altar dedicado a las mujeres desaparecidas, con la leyenda “Ni una más”, dentro de una corona de flores.

Copal ardiendo al interior de una copa; velas, flores de cempasúchil, muñecas y fotografías con los rostros de algunas de las mujeres víctimas de violencia feminicida en el estado, integraban los elementos del altar.

Ahí se incluyó un cartel en el que se leía que Quintana Roo ocupa el segundo sitio a nivel nacional en homicidio culposo en contra de mujeres, llamadas de denuncia por violación y violencia de pareja, además del quinto lugar en llamadas por abuso sexual y trata de personas; el octavo lugar en lesiones dolosas y 19 en feminicidios.

Entre las fotos estaba la de Erika Sánchez, una joven de 25 años, quien fue reportada como desaparecida en Tulum, el 15 de junio pasado, luego de que salió de su trabajo en el hotel Azulik y no regresó a casa. La joven fue asesinada, de acuerdo con su madre, Juana, quien lo confirmó el 28 de octubre pasado.