IMPULSO/ Edición Web
Estados Unidos
Con pancartas y reclamos, decenas de manifestantes se concentraron ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos para pedirle que suspenda el veto contra refugiados y musulmanes que proclamó el presidente Donald Trump y cuya legalidad examinan este miércoles los magistrados.
“Estoy aquí porque el veto es inconstitucional, es antiestadounidense, no representa lo mejor de nuestro país, somos una nación de inmigrantes que cree en la libertad religiosa. Y decir que un grupo que pertenece a una religión no puede entrar va contra todo lo que somos”, dijo a Efe Liz Hayes.
Hayes, de 38 años y originaria de Pittsburgh, Pensilvania, sostenía una pancarta con el lema “el veto es inconstitucional”.
Lo que está en cuestión, precisamente, es la legalidad de la tercera versión del veto migratorio, diseñado para obstaculizar indefinidamente la entrada a Estados Unidos de los nacionales de seis países de mayoría musulmana, Chad, Irán, Libia, Somalia, Siria y Yemen, y que incluye restricciones para Venezuela y Corea del Norte.
Todo comenzó en la campaña para las elecciones de 2016, cuando Trump prometió un “bloqueo completo y total” a la entrada de musulmanes a Estados Unidos, con el fin de detener el terrorismo yihadista.
Solo una semana después de llegar al poder, Trump proclamó mediante un decreto su primer veto, que entró en vigor de manera inmediata y provocó el caos en aeropuertos de todo el mundo.
Ese primer veto acabó bloqueado en los tribunales y, ante la dificultad de defenderlo ante la Justicia, Trump proclamó el 6 de marzo de 2017 una nueva versión, que fijaba una restricción de 120 días para los refugiados y de 90 días para los nacionales de seis países: Irán, Somalia, Sudán, Siria, el Yemen y Libia.
Esas restricciones eran temporales y, cuando expiraron en septiembre de 2017, Trump emitió su tercer veto, que incluyó por primera vez a dos países sin mayoría musulmana, Corea del Norte y Venezuela, donde las restricciones solo afectaron a algunos funcionarios y su “familia inmediata”.
“Todos los vetos, en todas sus versiones, son inconstitucionales. Somos una nación que da la bienvenida a los refugiados, esa es nuestra identidad. Soy musulmana, soy estadunidense y, sobre todo soy un ser humano”, dijo en declaraciones Maryan Abdul-Karem, musulmana y que cubría su cabello con un pañuelo blanco y anaranjado.
“Diría que -continuó- esto es una lucha por la humanidad, una lucha por tratar a los seres humanos con dignidad, a todos”.
En la manifestación frente al Tribunal Supremo hubo grupos que se identificaron con diferentes religiones, católicos, musulmanes y judíos, como la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS, por sus siglas en inglés) y que se dedicó a dar asistencia legal a los afectados por el veto.
El caso ha captado gran atención dentro de Estados Unidos, de forma que quince estados de los cincuenta del país liderados por Texas se han posicionado a favor de Trump, mientras que otros dieciséis encabezados por Nueva York han respaldado la lucha iniciada por Hawai contra el veto migratorio.
También han expresado su opinión en el Tribunal Supremo diferentes grupos religiosos, desde la Conferencia de Obispos Católicos hasta los grupos musulmanes y judíos más importantes de Estados Unidos, como la Conferencia Central de Rabinos Americanos y el Consejo Musulmán de Asuntos Públicos.