Noviembre 15, 2024
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Luis César Ortega Corona, “El Gurú”

IMPULSO/ Redacción
Toluca

¿Con la violencia desmedida que estamos viviendo, se puede prever que vaya a la alza la descomposición social?

Efectivamente, estamos viviendo un clima de violencia, pero no lo dimensionaría con la magnitud que algunos le otorgan porque la humanidad siempre ha sido muy guerrera, incluso, a pesar de todo lo que estamos viviendo, hoy, el mundo es mejor que antes, si bien hay que luchar por muchos aspectos de valores que hay que recuperar, en muchos sentidos, la humanidad está mejor, vivimos en un plano evolutivo y eso permitirá que cada vez esté mejor el mundo.

La verdad es que tengo un optimismo racional porque he vivido y comprobado que, estadísticamente, la expectativa de vida de seres humanos es mayor que antes, hoy, más niños nacidos en partos complicados se salvan al igual que sus madres, hoy, enfermedades que antes eran incurables se tratan, hoy, el producto interno bruto de las clases bajas es más alto que hace 50 años, hoy, la violencia, a pesar de todo lo que vemos, es menor que la de la edad media [sic.] y también menos violenta que en la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Hay que ver que existe mucha divulgación de todo lo que sucede, antes se ocultaba. Lo que pasa es que hoy nos damos cuenta de todo, antes, nos enterábamos mucho tiempo después de que sucedían las cosas, hoy, se sabe en tiempo real y casi simultáneamente y le damos mucho peso a esa violencia, a toda esa descomposición social. Por eso, tenemos mucho en qué trabajar, pero soy optimista porque la humanidad cuenta con las herramientas y los elementos para poder reenfocar su vida y debemos empezar por no darle mucho peso a lo negativo.

¿Por qué tenemos niños sicarios?, porque no han tenido una formación adecuada, porque nos hemos alejado más del sentido que implica la familia como formadora de valores y principios, nuestras estructuras emocionales con las que vivimos como adultos y nuestra autoestima se forman desde la niñez, claro que si a los progenitores no les enseñaron a ser padres y estos integran familias muy desiguales, lo que estamos viendo es el resultado.

Entonces, tenemos que cambiar la educación y optimizar la información a quienes asumen la responsabilidad de formar una familia porque de allí parten todos los problemas que hoy enfrentamos. Pienso con optimismo que tenemos las posibilidades de hacer un mundo más solidario, más equitativo, más fraternal, un mundo mejor, hay muchos grupos trabajando en ese sentido como los ambientalistas, los que vigilan la equidad de género, los que trabajan en el cuidado de la tierra y las instituciones civiles que trabajan en el desarrollo humano, entre otras.

Mucha gente está tomando conciencia y está asumiendo su responsabilidad, sin embargo, todo esto lo tenemos que cambiar desde la sociedad, no va a ser a través de las instituciones como se transforme esto. La sociedad tiene que darse cuenta y cambiar porque, una vez que se dé cuenta, vamos a poder reenfocarnos mejor, aprovechando todo lo que ya ha avanzado y ha evolucionado la humanidad, pues los últimos 50 años han sido mejores que toda la historia de la humanidad [sic.].

Pregunta: — Mucho se dice que a las instituciones educativas llegan los niños y jóvenes a adquirir conocimientos, pero la educación la adquieren en casa; ¿considera que es necesario que el Gobierno, a través de las instituciones oficiales de educación, debe incluir en su currícula el estudio de la Filosofía moral o algunos ejercicios de meditación y yoga?

Bueno, simultáneamente con la revolución industrial, hemos vivido un proceso educativo tendiente a que el ser humano sea competitivo en productividad, pero ha olvidado los principios y valores, todo está enfocado a la producción, a lo material; ciertamente, vivimos en una sociedad de consumo y, en este contexto, las universidades investigan lo que requieren las empresas para formar estudiantes que satisfagan la productividad de las mismas y los organismos públicos, pero hace falta estudiar para la vida, que se fomenten los principios y valores, la práctica del servicio social, una actitud más amorosa y más comprensiva hacia la sociedad.

Tenemos que modificar la educación para cambiar al mundo, pues, además de formar seres humanos que sean competitivos en el mercado laboral, también es necesario formar personas que sirvan a sus semejantes porque arrastramos una serie de traumas, frustraciones, complejos y baja autoestima, a veces desde el vientre materno por ser un hijo no deseado, producto de un deseo instintivo no razonado.

La sociedad y las instituciones educativas debemos hacer un gran trabajo para brindar una buena educación y que ésta tienda al aspecto humanista, al desarrollo humano y la generación de principios y valores. Así, el ser humano se dará cuenta de que puede trascender, entenderá que contamos con facultades para el autoconocimiento, la autovaloración y la consciencia de nosotros mismos y la posibilidad de conectarnos con el universo para trascender lo material.

Debemos entender el proceso evolutivo que se está registrando y ser parte de él para contribuir a la vida de manera más eficiente.

Pregunta: — ¿Las conferencias que ofrece por todo el país tienen que ver con el diagnóstico que tiene de la realidad de nuestros tiempos?

Yo comparto lo que voy experimentando y percibiendo de la vida; en los últimos meses que he acudido a donde me han invitado, me voy dando cuenta de que el gran problema que tenemos los seres humanos es esa carencia de amor que sufrimos en la infancia, que es donde se forman todos nuestros traumas y nuestros complejos que como adultos nos forman un gran vacío. Entonces, tenemos que ver cómo podemos cubrirlas, cómo podemos curar esas heridas, y es a través de la Red Cultural para la Fraternidad Humana que estamos trabajando en 25 países, aglutinando más de 200 asociaciones civiles conformadas por voluntarios que comparten lo que perciben que es útil para la humanidad, para mejorar nuestra salud, mejorar nuestra conciencia y lo que nos haga más fraternales.

Partimos de la base que el ser humano requiere para hacerse más consciente, primero, estar saludable, porque estando sano no dedica sus energías a curarse una enfermedad, sino a trabajar en el crecimiento espiritual; en ese sentido, estamos tratando de reeducar a la gente para el bien vivir, para que sean personas de bien que sean más útiles a la sociedad desde un enfoque más constructivo. Trabajamos con los niños desde los cuatro años de edad y les vamos inculcando principios y valores. Hoy en día, la sociedad es más ocupada y, en la mayoría de las familias, tanto la mamá como el papá trabajan, entonces, los niños se crían en guarderías y con gente extraña que le ayuda a la madre en los quehaceres domésticos, entonces, ¿qué educación o formación les espera?

Éste es un botón de muestra sobre cómo apoyamos a esos niños juntándonos con ellos cada semana hasta que son adolescentes, a partir de allí, ellos deciden si siguen aprendiendo nuevas disciplinas de mejoramiento y crecimiento. Contamos con muchos programas en los que compartimos muchas técnicas heredadas de nuestro fundador, el Dr.Serge Raynaud De la Ferrière, quien las trajo de oriente, desligándolas de la filosofía y la religión oriental, para utilizarlas como herramientas que, valga decirlo, son usadas por muchas personas e incluso por religiosos en todo el mundo. Éstas son tendientes a curar las heridas del alma, sanar los resentimientos, todos los reclamos, hasta darse cuenta de que tienen la capacidad de superar todos sus dolores y frustraciones para ser personas libres de todo prejuicios, traumas y complejos que hemos arrastrado toda la vida.

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