IMPULSO/Carlos Heredia Zubieta
La suerte de nuestros compatriotas en el exterior nunca ha sido una prioridad para el establishment económico y político en México. Los trabajadores migratorios enviaron a sus comunidades de origen 27 mil millones de dólares en remesas durante 2016, pero, salvo contadas y muy valiosas excepciones, han estado abandonados a su suerte.
En los primeros dos meses del gobierno de Trump, el ritmo de deportaciones ha sido inferior al registrado durante el mandato de Obama y, sin embargo, se han encendido todas las luces de alerta.
Por primera vez en mucho tiempo, la amenaza de deportación masiva, los insultos de Trump y la criminalización de compatriotas que sólo buscan ganarse la vida han repercutido en la psique nacional.
A partir del triunfo de Trump se ha producido (afortunadamente) un mayor interés en visitar a nuestros paisanos, en conocer de primera mano el desafío que enfrentan. La gran mayoría de ellos les han dicho a sus visitantes “no queremos regresar a la violencia, corrupción e impunidad que hay en México; con todo y Trump, nos quedamos en Estados Unidos”.
Otros no lograron organizar su defensa y fueron deportados, entre ellos, los ‘dreamers’ que no pudieron acogerse a la protección de la acción diferida DACA.
¿A quién apoyar?, ¿al que necesita abogados para defenderse en los tribunales estadounidenses?, ¿al que ya fue deportado y aun teniendo una carrera profesional y hablando inglés enfrenta mil dificultades para insertarse en el medio educativo o en el mercado laboral? Este interés en la suerte de los migrantes nos alcanza a todos los mexicanos.
‘Ya se fueron’, ‘no viven aquí’, ‘no pagan impuestos acá’, ‘hay mucha pobreza en México y debemos atender primero a los que se quedaron’, ‘¿por qué vamos a ocuparnos de ellos si prefieren quedarse en Estados Unidos?’ ‘no hay lugar para los dreamers en nuestras universidades, que de por sí rechazan a muchos de los que nos quedamos y llevamos mano para entrar’.
Nuestras élites se han dado cuenta de que, a los ojos de los estadounidenses, ellos también son mexicanos y, por lo tanto, están incluidos en los mensajes derogatorios.
‘Los necesitamos, pero no los queremos’ es el mensaje martillado una y otra vez en los medios de comunicación estadounidense cuando se refieren a los trabajadores mexicanos.
La defensa jurídica no sustituye a la organización política, social y electoral de los propios migrantes, pero es un recurso muy socorrido en Estados Unidos. Es importante entender exactamente a qué se están enfrentando nuestros compatriotas.
Twitter: @Carlos_Tampico