Diciembre 22, 2024
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Los letales campos de minas frenan la contraofensiva contra Rusia

Un soldado ucraniano se arrastra entre la hierba alta con una pierna herida.

Segundos después, un brillante destello naranja y una nube de humo blanco marcan el lugar, a pocos metros de distancia, donde detona otra mina terrestre.

Un segundo soldado gravemente herido sube a un vehículo blindado de transporte de personal agitando los brazos y dejando una gruesa mancha de sangre.

Todo esto lo grabó en vivo la semana pasada un dron del ejército ucraniano que sobrevolaba el frente al sur de la ciudad de Bajmut, en el Donbás. Visto desde arriba, el campo de minas lleno de cráteres parecía una serie irregular de círculos de color marrón oscuro.

“Las minas son aterradoras. Me asustan más que cualquier otra cosa”, asegura Artyom, un soldado de 36 años de la Brigada de Defensa Territorial 108 de Ucrania.

Dos días antes, dos de sus colegas se habían parado sobre “pétalos” -pequeñas minas antipersonales verdes- esparcidas recientemente por cohetes rusos.

“Nuestros muchachos tenían experiencia, pero es difícil poner los ojos en todas partes. Le han amputado una pierna a cada uno. Tenemos heridos de mina después de cada combate”, afirma Artyom, un veterano zapador, los soldados que se encargan de abrir trincheras durante un conflicto.

Artyom explica que las fuerzas rusas colocan nuevas minas mediante el lanzamiento de cohetes en lugares que ya habían sido liberados y limpiados por las fuerzas ucranianas.

La esperada contraofensiva de Ucrania aún no ha alcanzado la velocidad y el impulso que algunos esperaban. Varios soldados con los que conversamos en diferentes secciones del frente lo atribuyen, en parte, a los campos de minas rusos.

“Por supuesto, ralentiza el movimiento de las tropas”, sostiene Dill, el comandante de un escuadrón de zapadores de nueve hombres.

Acaba de terminar una misión de remoción de minas en el frente cercano al este de la pequeña y arruinada aldea de Predtechyne, en las afueras de Bajmut. Coloca en el suelo, debajo de un árbol, varias minas rusas desactivadas tras asegurarse de que los drones rusos no pudieran verlo.

“El enemigo no tiene piedad de sus propios soldados. Son usados como carne de cañón. Pero nosotros estamos tratando de avanzar con el mínimo número de bajas”, declara el teniente Serhii Tyshenko, de la III Brigada de Asalto, desde un búnker cercano.