IMPULSO/ Viridiana Ramírez
Ciudad de México
- “Diego Rivera no es el padre del muralismo mexicano, tampoco, David Alfaro Siqueiros ni José Clemente Orozco”.
La calle 5 de Mayo es el punto de encuentro con Diana, nuestra guía; frente a las vitrinas repletas de buñuelos y merengues de la Dulcería Celaya, ella nos cuenta el primer secreto: “Diego Rivera no es el padre del muralismo mexicano, tampoco, David Alfaro Siqueiros ni José Clemente Orozco”.
Primera parada: SEP
Diego Rivera fue el elegido para decorar las paredes del antiguo ex convento del Divino Verbo, convertido durante el gobierno de Álvaro Obregón en la Secretaría de Educación Pública.
Entramos al Patio de los Trabajos, es imposible encontrar un espacio libre de pintura, Rivera ocupó todo. De techo a piso plasmó su interpretación sobre nuestra herencia prehispánica, el reparto de tierras y el trato digno a obreros y campesinos. Hay más de 150 murales.
Diana revela otro secreto: el muralismo tuvo su máximo esplendor al término de la Revolución. Diego no sabía las condiciones en que se encontraba el país, pues el pasó ese periodo en Europa, codeándose con Pablo Picasso.
Para sensibilizarlo, Clemente Orozco se lo llevó de viaje, a su regreso, Rivera comenzó a trabajar. Entonces, pudo plasmar la desigualdad y hasta burlarse de personajes claves en la historia de esos años, como Salvador Novo.
El entonces cronista de la Ciudad de México aparece en el mural “El que quiera comer que trabaje”. Diego Rivera lo pintó con orejas de burro. Dicen que no lo veía con buenos ojos por ser homosexual. Otro personaje que descubrimos es a Antonieta Rivas Mercado, hija del arquitecto que construyó el Ángel de la Independencia, se la ve barriendo una revista dedicada a la burguesía, algo que Rivera aborrecía.
Segunda parada: San Ildefonso
La antigua Preparatoria Nacional es la cuna del muralismo, aquí está La Creación, el primer mural de Diego Rivera. La pieza decora el anfiteatro del Antiguo Colegio de San Ildefonso, lugar donde se encontraría por primera vez con una adolescente de nombre Frida Kahlo. Sin embargo, el edificio destaca por el trabajo de otro gran muralista, José Clemente Orozco. Son más de 20 frescos los que dan vida a escaleras, arcos y paredes, entre ellos “Cortés y La Malinche” y “El banquete de los ricos”, donde critica la división de clases sociales.
Diana revela por fin quién es el padre del muralismo: el Dr. ATL, él tuvo la oportunidad de intervenir por primera vez algunos espacios de la Preparatoria Nacional. Lamentablemente, su obra se perdió por el inicio de la Revolución Mexicana.
“Si quieren identificar una obra de Clemente Orozco a primera vista, busquen el maguey, la planta siempre aparece en sus murales como si fuese una firma, si está frondoso, quiere decir que eran tiempos buenos (políticos y sociales), pero si aparece seco o podrido, es porque algo no andaba bien en nuestro país”, Diana, Guía turístico.
La antigua Preparatoria Nacional es la cuna del muralismo, aquí está “La Creación”, el primer mural de Diego Rivera. La pieza decora el anfiteatro del Antiguo Colegio de San Ildefonso, lugar donde se encontraría por primera vez con una adolescente de nombre Frida Kahlo.