IMPULSO/ Agencia SUN
México
Así como la gastronomía misma se encuentra en constante evolución, lo mismo sucede con el mundo de los vinos. Atrás quedó la idea de que los rojos eran exclusivos para comer carne y los blancos o rosados para maridar pescados y mariscos.
En la actualidad, ha quedado de manifiesto que estas reglas culinarias no había hecho más que limitar las posibilidades, por ello Mariatinto convocó a una experiencia de sabor en la que no hubo restricciones de ningún tipo.
Por tercera ocasión, Pujol, el restaurante de Enrique Olvera, abrió sus puertas para recibir los vinos mexicanos creados por el chef Guillermo González Beristaín y el enólogo Humberto Falcón, en especial su más reciente cosecha 2017, producido en Valle de Guadalupe, que destaca por su potencia aromática con una mezcla de taninos maduros y suaves que le brindan gran carácter y calidez.
“Hace 15 años Guillermo y yo estipulamos que los vinos de Mariatinto serían para maridar. Para mí, hace 15 años, un vino podía ser estructurado, intenso y atractivo, pero cuando Guillermo probaba uno, me decía que estaba rico pero que no podía comer con él. En este proceso fui entendiendo lo que me trataba de decir, que hiciéramos un vino que no opacara la comida, sino que la resaltara y viceversa”, explicó Humberto.
En esta búsqueda constante, consiguieron que las cuatro sensaciones de un vino: tatinos, fruta, acidez y alcohol estuvieran en balance para poder maridarse con cualquier tipo de comida, como la gastronomía mexicana de Olvera que fue la elegida por ellos para esta presentación, donde otras de sus etiquetas también se degustaron.
“Durante estos años siempre habíamos tenido la ilusión de hacer un embotellado especial. Fue así como el año pasado nació M, que es una selección de 17 barricas del lote total de barricas que producimos”, señaló Humberto y que fue otro de los vinos que se sirvieron esa tarde, además de la cosecha de 2015 que complementaron los maridajes.
A la mexicana
Por tratarse de vinos mexicanos, los responsables de Mariatinto decidieron que un menú nacional sería lo ideal para comprobar que sus vinos cumplen con su premisa de no opacar la comida, si no potencializarla y viceversa.
Por ello, junto con Enrique decidieron que la experiencia se disfrutaría con una tostada de callo. Después, un tamal de alcachofa de Jersualén y curry verde. Lo siguiente fue un Taco de kampachi con aguacate y alga. El quinto plato fue un Papadzul abierto de quintoniles, huevo de codorniz y chiltomate. Casi al final, llegó su icónico Mole madre de 1740 días. Por último, para cerrar con broche de oro, se ofreció de postre un Tamal de café con helado de jengibre y panal.
De esta forma, González Beristaín y Falcón presentaron a la más reciente joya de la casa Maratinto, su cosecha 2017, que actualmente ya está disponible y a la venta al público. ¡Salud!