Diciembre 24, 2024
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Lo que AMLO y México pueden hacer por Venezuela

IMPULSO/ Duncan Wood

Columnista

El primer gran desafío de la política exterior para AMLO llegó a unas semanas del inicio de su Presidencia. Mientras una ola de países reconocían al líder opositor Juan Guaidó como el legítimo presidente interino de Venezuela, AMLO enfrentó un dilema: adherirse a la Doctrina Estrada o unirse al creciente coro de voces que apoyan la democracia en el país del Cono Sur.

Nunca hubo duda de que AMLO se atuviera a sus principios de no intervención. Pero cuando el portavoz de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, cometió el error de reconocer la legitimidad de la presidencia de Nicolás Maduro, México provocó el desprecio y la indignación de varios países, así como la ira del senador Marco Rubio en Estados Unidos, quien castigó rápidamente a México al convencer a la Casa Blanca de que suspendiera un acuerdo de antaño para permitir que los tomates mexicanos ingresaran a EU libremente.

Desde ese lamentable anuncio del 23 de enero, el gobierno mexicano en general y la SRE en particular han tratado de encontrar una manera de desempeñar un papel más constructivo en el complejo renacimiento de la democracia en Venezuela. La liberación negociada del reportero Jorge Ramos se debe en mucho a la intervención de la oficina del canciller Marcelo Ebrard, y sabemos que existen iniciativas internas para promover la voluntad del pueblo venezolano sin contradecir los principios del señor presidente.

Sin embargo, la administración de AMLO puede estar ignorando la oportunidad de desempeñar un papel constructivo que está justo en sus narices: el Instituto Nacional Electoral (INE). Durante años, el INE (anteriormente IFE) de México ha sido empleado por los gobiernos como una herramienta de diplomacia y ayuda externa, apoyando a los países que salen de conflictos a organizar elecciones y fortalecer su cultura democrática. La joya de la corona en instituciones gubernamentales independientes en México nació de la frustración y la desesperación del público luego de la manipulación de las elecciones y el fraude por parte del PRI en los años 80. Se ha convertido en la piedra angular de la práctica democrática mexicana y comprobó lo que quizás fue la cúspide de sus logros: la victoria electoral del mismo AMLO.

¿Qué podría hacer el INE por Venezuela en este momento? Podría trabajar con instituciones hermanas de otros países latinoamericanos para investigar la elección –supuestamente fraudulenta– del 30 de mayo del año pasado que vio a Maduro reelegido y a la cuál Juan Guaidó demanda que sean anuladas. El INE proporcionaría expertos y experiencia en forma de asesores, actuales y pasados, que se unirían a expertos de la región para investigar las denuncias de comportamiento fraudulento y establecer el procedimiento hacia nuevas elecciones. Sin embargo, el papel más importante sería ayudar a Venezuela a diseñar nuevas reglas electorales, reglas respetadas por los venezolanos que prepararían al país para una transición a la democracia plena una vez que Maduro deje el cargo.

Ayudar a otro país a diseñar elecciones libres no viola la Doctrina Estrada, esta debería verse como una oferta sincera de apoyo al pueblo venezolano. Afortunadamente México tiene experiencia: el INE ha dejado su huella en países de Medio Oriente y África, así como en varios países de la región. El ejemplo más claro fue cuando el IFE ayudó al pueblo iraquí a organizar elecciones libres y justas después de la invasión estadounidense.

No obstante, hay un obstáculo obvio. AMLO siempre ha afirmado que le robaron la victoria electoral en 2006 y criticó a las autoridades gritando “¡Al diablo con sus instituciones!”. Pero incluso aquí hay una oportunidad. Al abrazar la independencia y la experiencia técnica del INE, y al utilizarla como una herramienta de diplomacia y resolución pacífica de conflictos, AMLO no solo ayudaría a Venezuela, sino que también haría las paces en su larga disputa con las instituciones electorales de México, tal como él mismo se ha ofrecido a hacer con tantos otros antiguos enemigos en su nueva república del amor. ¿Existe una mejor manera de mostrar las fortalezas y el potencial de la Cuarta Transformación que usarla para ayudar un pueblo hermano desesperado a encontrar su propio camino hacia una transición democrática pacífica?. (Agencia SUN)