Diciembre 25, 2024
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Lenguantes, resistencia y feminismo
Este fin de año, es un buen pre-texto para hacer un balance sobre lo que ha ocurrido durante 2016. Ha sido, por diversas razones, un año devastador. Para las mujeres, la desigualdad sigue manifestándose en nuestras vidas (virtuales y no), en todos los espacios, sigue avanzando la misoginia y el maltrato en razón de ella.

Este año, hemos estado al tanto de distintos asesinatos de mujeres, muchas de ellas activistas, feministas y defensoras de Derechos Humanos; otras de ellas guerreras en resistencias desde el momento en el que eligieron vivir como deseaban su vida. Con cada una de las víctimas de la misoginia, la transfobia, la lesbofobia y la desigualdad en general se ha ido un cachito de nosotras, una parte la tenemos rota porque, como lo hemos dicho las feministas en este y otros espacios, una más es una menos y nos hacen falta tantas: Bertha, Alessa, Itzel, Paola, Mariana, Leslie…

Hemos encontrado medios para la catarsis, para varias exclamaciones que pretenden dar paso a las voces de las que se fueron y de las que nos arrebataron. La red, como en otras ocasiones, nos ha permitido viralizar sus muertes y nombrar sus asesinatos, se han promovido peticiones, fotografías, videos, consignas y demás herramientas que además de unirse a las múltiples manifestaciones que exigen justicia, nos han servido para sanarnos un poquito el corazón.

Hemos intentado acompañar las causas por las que luchaban ellas, nos hemos negado a permanecer quietas, sin embargo, las acciones parecen tener un límite porque además de que no logran hacer a un lado el dolor, siguen sumándose a los varios intentos por recorrer el camino hacia la memoria, hacia la verdad y hacia la justicia.

Nombrar el dolor, la tristeza y la impotencia que se vive cuando leemos esto puede guiar la mirada rumbo a un sentimiento de melancolía, incluso a una percepción de derrota. Sin embargo, aclaramos que no es así, para nosotras nombrarlo es parte de hacerle frente y vencerlo, porque claro, esto se suma al miedo con el que salimos todos los días a la calle y con el que debemos combatir, porque deviene de realidades como la que describimos.

Para las puntas este año ha sido complejo, a nivel personal hemos intentado resolver dilemas -personales y colectivos- y por supuesto que la realidad muchas veces nos rebasa.

La columna #Lenguantes nos ha hecho permanecer activas y vinculadas, nos llena de esperanza saber que la indignación no sólo la vivimos nosotras, nos ha permitido estar en contacto con otras voces este año tan ingrato para las mujeres del país y en general de Latinoamérica y el Caribe. Agradecemos sabernos tejiendo con otras.

El tiempo generalmente nos rebasa y hemos intentado alcanzarlo y aunque el debate podría desencadenar reflexiones más profundas y acciones más concretas, la alegría se manifiesta en el corazón cuando sabemos que si tocan a una, nos tocan a todas. Que aún con las diferencias que manifestamos entre nosotras, vivimos el feminismo de diferentes maneras, hemos sostenido un espacio de diálogo, de encuentro, y de reflexión que nos han sostenido.

Aunque quisiéramos que así fuera, no creemos que la realidad del próximo año diste mucho de lo que ahora nos impacta, y en caso de que lo haga, tampoco creemos que sea para que la vida de las mujeres se nombre desde otros lados, desde la dignidad, por ejemplo. Sin embargo, sí creemos en la posibilidad de multiplicar nuestra voz, porque desde un #24A hasta ahora, nos hemos ido encontrando con más, también nombrado nuestras distancias y diferencias.

Asumimos el compromiso de organizar nuestra vida para seguir produciendo, pues el camino hasta acá ha sido largo, complejo y sí, lo nombramos como un ejercicio de resistencia feminista personal y colectivo.

DATO:
Nombrar el dolor, la tristeza y la impotencia que se vive cuando leemos esto puede guiar la mirada rumbo a un sentimiento de melancolía, incluso a una percepción de derrota.