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La vida como es…

IMPULSO/ Octavio Raziel
Los muertos
De las novelas costumbristas mexicanas leídas en mi juventud, sobresalen las de José Rubén Romero, entre ellas, ´Anticipación a la muerte´, en la que el autor describe su funeral
Actualmente, en sólo 14 palabras las redes sociales anuncian en segundos la muerte de famosos o de simples ciudadanos, sea cierta o no.
En los días dedicados a los Fieles Difuntos aparecía en la cartelera de los teatros o carpas la puesta en escena de la obra de Zorrilla, Don Juan Tenorio, que hablaba de amores tortuosos que los niños no podíamos ver. En la obra, al enamoradizo (Don Juan off course) se le presentan unos fantasmas que le recuerdan: los muertos que vos matáis gozan de cabal salud.
A unas semanas de ingresar al periódico El Nacional, llegó el nuevo director general, don Agustín Arroyo Ch. Días después, en una recepción un amigo preguntó a don Agustín a qué se dedicaba y él le dio a conocer su nueva comisión.
– ¡Agustín, ese periódico no lo leen ni los muertos!
A la siguiente mañana un airado político le habló al director:
– Eso no se hace Agustín, creí que éramos amigos.
Coronas y más coronas fúnebres llegaron al domicilio del político cuyo nombre aparecía en una esquela publicada en el periódico que nadie leía.
Los tiempos han cambiado, y aunque me muestro reticente a inscribime en el Twitter u otras de las redes que pudieran resucitar viejas deudas que tengo, me entero con insana alegría de la muerte de artistas o políticos que fueron twiteados, esto es, convertidos en fiambres antes de tiempo. Estos llamados hoaxes son rápidos y certeros, a diferencia de los que circulaban por correo o foros que llevaban semanas o incluso meses tener impacto. Por las llamadas redes sociales los muertos vuelan. Todo es ver: RIP fulanito o zutanito.
Los seguidores de estas nuevas tecnologías tienen la ventaja de saber con mucha anticipación del paso al más allá de artistas y políticos, como sucedió con la diva de los ojos violeta Elizabeth Taylor. Michael Jackson, por su parte, tenía cierta tendencia a morirse por mail desde hacía tiempo, hasta que lo dejó de hacer.
Matar al enemigo a periodicazos ha sido deporte de muy antiguo. Benjamín Franklin publicó en el anuario de su propiedad la muerte del editor de la competencia. Luego Mark Twain, tuvo que aclarar en un diario: “las noticias sobre mi muerte han sido exageradas”, frase que refriteó recientemente George Clooney cuando apareció en un obituario. A Hemingway le envenenaron con una copa de champagne y a Paul McCartney ya lo han asesinado en varias ocasiones.
Cuando niño, admiraba a Carmen Sevilla –y a las exóticas de mucha carne, como eran las buenas costumbres – Su fama iba de bajada y un día apareció en los diarios que al acercarse a la hélice de un avión mientras le tomaban una fotografía, las aspas le cortaron la cabeza.

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