La historiadora
IMPULSO/ Octavio Raziel
Elizabeth Kostova, una escritora poco conocida, tuvo su momento de gloria después de diez años de investigaciones sobre el conde Drácula con la obra “La historiadora”.
El argumento es la búsqueda del sepulcro de Vlad Tepes, El Empalador, el sádico príncipe de Valaquia. Contada a modo de flashback, la lectura de la obra es amena, interesante; sus casi setecientas páginas se van con ligereza, aunque, al final, escéptico como siempre, la califiqué como una Harry Potter de los vampiros.
Drácula habitó en las llanuras de Transilvania, mantuvo a raya a los turcos en el siglo XIII. Para ello, traspasó con larga pértiga a miles de invasores y delincuentes, y luego, ya entrado en gastos, a sus enemigos. Por ello, el apodo de empalador (tepes), Actualmente, es un héroe nacional de Rumania, algo así como si a Stalin (Siberia), Hitler (Abschluss der judenfrage), Churchill, Cortés (México), Pinochet (Chile) o a alguna otra fichita más de la historia le rindieran culto por sus crímenes.
La historia de los vampiros se remonta a los egipcios y sumerios, para los judíos, Lilith, la primera mujer de Adán, se decía que se alimentaba de la sangre de los niños no circundados, además de realizar algunas artes seductoras de carácter sexual. Tal vez de allí venga la designación de vampiresas a aquellas mujeres que nos chupan…el cerebro.
Los vampiros, a través de la historia han sido motivo de numerosas leyendas, las más de ellas terroríficas. Ratones con alas, los camazotz, eran los dioses a los que los aztecas y mayas (Popol Vuh) adoraban y temían.
René Barjarel, en su novela “Destrucción”, describe el ataque de miles de vampiros al grupo de personas (los protagónicos de la obra) que huyen por la noche de un incendio global; ataque que resulta una psicosis colectiva.
Alejandrina, mi cuentacuentos de la noche, me relataba la leyenda oaxaqueña sobre un murciélago (biguidibela, mariposa desnuda) que pidió al Creador que le proveyera de un bello plumaje, lo cual le fue concedido; al regresar a la tierra, se convirtió en un ser orgulloso y prepotente que usó su belleza para humillar a las demás aves. Su soberbia llegó a oídos del Señor, quien con un giro de su mano le desprendió de todas sus plumas y hasta ahora permanece desnudo. Aprendí la lección y cuando me veo en el espejo, observo orgulloso mi porte y galanura, pero, no queriendo humillar a los demás, callo.
Enfermedades como la peste, el ántrax, la rabia y anemia son algunas de las que se atribuyen a los quirópteros. Porfiria –que no es ninguna amiga secreta – es una enfermedad que incluye un rechazo a la luz –una de las características que sirvió para describir, por vez primera, al conde Drácula- además de la repulsión al ajo y una palidez extrema. Quien la sufre tiene también trastornos de psicosis y esquizofrenia.
Fue el escritor Bram Stoker, quien uso como prototipo para su novela sobre el Conde Drácula al príncipe valquirio. Con la novela, el vampiro, de golpe, perdió todo su glamour, pues en las leyendas de la era victoriana era un tipo pobre, sin un centavo en la bolsa, vestía modestamente de gris o rojo.