IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
La Selección Mexicana Sub-20 puso la otra mejilla, para recibir un segundo golpe de realidad que la dejó casi noqueada en el Mundial de la categoría. Ahora, con un papelón frente a Japón y una goliza en contra de 3-0.
Después de su raquítico debut en Polonia 2019, contra Italia (2-1), los juveniles que dirige Diego Ramírez no lograron despejar las dudas y el mal funcionamiento, a pesar de las altas expectativas con las que arribaron al certamen.
Pese a la presencia de jugadores que gozan de cierto protagonismo en sus clubes, como Diego Lainez (Real Betis) y Juan Macías (León), fue evidente que a los tricolores les afectó que Misael Domínguez no arrancara de titular; el medio ofensivo estaba en duda tras una lesión ante los italianos.
Japón, bajo el mando del exdefensa Masanaga Kageyama, sometió al conjunto azteca con orden y posesión, para generar desequilibrio en la zaga y así abrirse camino hacia la victoria, con un doblete de Taisei Miyashiro (21′ y 76′), y un tanto de Kyosuke Tagawa (52′). Y pudo ser peor, porque a los asiáticos les anularon una anotación por fuera de lugar.
Fue hasta la recta final que México exhibió su mejor cara, luego de los ajustes que realizó Ramírez, al meter a Domínguez y Daniel López, este último, con la jugada más clara que logró finiquitar al fondo de la red del arquero Tomoya Wakahara; sin embargo, el tanto fue invalidado (85′) por fuera de lugar, en una reacción que llegó demasiado tarde al estadio Gdynia.
Al borde de la eliminación. Con este resultado, la Selección Mexicana Sub-20 sólo aspira a clasificar entre los cuatro mejores terceros lugares. Por ello, está obligada a imponerse el próximo 29 de mayo al representativo de Ecuador, que también se juega la vida tras acumular un empate y una derrota.
Aunque la victoria brinde sus primeras tres unidades a México, debe hacerlo por un marcador abultado (más de tres anotaciones), para mejorar la diferencia de -4 que actualmente carga desde el fondo del Grupo B. Así, en tan sólo dos compromisos en suelo europeo, esta generación pasó de las altas expectativas a rezar por un mediocre milagro.
