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¿La Ministra de Hierro?

IMPULSO/ Gonzalo Vaca

Qué habrá pensado la prestigiada Olga Sánchez Cordero al momento de conocer el memorándum del autoritarismo, con el que López Obrador pretende violar de manera ofensiva la Constitución Política de México y como es su costumbre, dictar órdenes supra legales para terminar de un plumazo la que para él es la “mal llamada Reforma Educativa”.

Recordemos que esta Reforma cumplió en tiempo y forma con todo el entarimado legal que mandata la Constitución y que se discutió, modificó y promovió el Congreso Constituyente y recibió el aval con 424 votos a favor, 39 en contra y 10 abstenciones. No fue uno, sino cinco los partidos políticos que dieron legalidad a la iniciativa por alcanzar un mejor escenario para el desarrollo de la educación en México y a los votos del oficialismo del PRI, se sumaron la congruencia del PAN, PVEM, Nueva Alianza, y hasta la mayoría de la bancada del PRD mostró su respaldo a la Reforma, a finales del año 2012.

Hubo pronunciamientos de todo tipo y hoy se recuerda a la diputada Dora María Talamante, subir a la Tribuna para presentar el posicionamiento de la bancada de Nueva Alianza, destacándose al afirmar que la educación debería estar más allá de disputas mezquinas.

Cercana al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), aseguró que los mexicanos, todos, debían apoyar la Reforma porque “nadie en su sano juicio debe estar en contra de transformar, modernizar y beneficiar el sistema educativo nacional”.

La legisladora sostuvo que la educación está más allá de disputas mezquinas, consideraciones particulares o políticas y hasta apuntó que con la Reforma Educativa se definiría la dirección y el rumbo del Sistema Educativo Nacional; añadió: “no podemos soslayar la importancia que tiene el magisterio o el apoyo a la evaluación de docentes y, por supuesto, el absoluto respaldó para las escuelas de tiempo completo”.

Este solamente es un ejemplo de los argumentos que se expusieron en un amplio debate que dio origen al documento que fue aprobado por unanimidad legislativa y después avalada por los Congresos estatales en un ejercicio de plena democracia.

Aquel texto del no muy lejano diciembre de 2012, hoy parece ser letra muerta porque así lo decidió un solo hombre, pasando por encima del Constituyente, haciendo gala de la soberbia y con el insano descaro por hacernos remarcar que quien manda es él y nada más que él.

Y aunque los juristas y especialistas en la materia ya salieron a expresar la inviabilidad legal del memorándum y de que no es factible echar atrás una Reforma Constitucional, mediante un simple escrito, tampoco debemos olvidar que lo último que al mesías le importa es la Ley; recordemos lo de mandar “al diablo las instituciones” y su muy particular estilo de ordenar lo que diga su dedito.

El Estado Mexicano necesita contrapesos, sobre todo cuando se trata de la defensa del futuro de la educación de la niñez. Preocupa, porque -según informes acerca de las aptitudes de maestros y alumnos- el Sistema Educativo Nacional requiere de una profunda transformación con base en la capacitación, evaluación y subvención acordes a las necesidades de un mundo globalizado y cada vez más demandante y exigente en la competencia diaria.

La educación es el futuro de México, todos lo afirman, pero la pregunta es hacia dónde queremos llevar ese futuro. Al de la confrontación o al del espíritu de leyes y al equilibrio de poderes, en donde cada uno de los poderes controle al otro y todos se controlen entre sí, al tiempo que se combate el despotismo y el absolutismo.

El periódico Reforma publicó recientemente extractos del libro blanco de la reforma educativa 2012-2018 y refiere que tras la evaluación a la que fueron sometidos durante ese periodo poco más de 146 mil maestros, se calificó como no idóneos al menos 5 de cada 10 docentes. Lamentable y preocupante panorama que se suma a la industria del chantaje de quienes se encapuchan y encaprichan por cercar a las instituciones en el seno de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y que se agrava con el regreso de Elba Esther Gordillo, la lideresa exculpada y con todos sus derechos resarcidos, quien busca desde el Sindicato Nacional, hacerse nuevamente del poder desde la otra parte de ese gremio.

La otra maestra

Olga Sánchez Cordero se dedicó a la docencia por más de una década, entre los años setenta y ochenta. Fue la primera mujer notaria pública en México y la novena nominada al máximo tribunal del país, la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Previamente, ocupó varios cargos prominentes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Cito texto de un medio internacional en el que se hace referencia a las cualidades de la maestra Sánchez Cordero (https://www.infobae.com/america/mexico/2018/07/22/quien-es-olga-sanchez-cordero-la-futura-ministra-de-hierro-de-mexico-y-sus-polemicas-propuestas/).

A ella se le recuerda por ser una profesora “muy estricta: llegaba, dictaba y cuidaba que nadie copiara, pero un compañero guardó un día un acordeón (apuntes en un pequeño papel) y ella le quitó la hojita y lo sacó del salón, pero con una elegancia que es memorable”. José Antonio Navarrete, un juez de lo familiar en la capital del país, recordó su intervención como funcionaria del Poder Judicial para promover el respeto a los derechos humanos de los niños y adultos mayores. Pidió siempre por el derecho a la vida y en contra de criminalizar a las mujeres, en su dogma contra el aborto.

“Está libre, pero no es inocente”

Su respeto por la ley y a los derechos humanos la llevó en 2013 a estar en medio de otra polémica, al promover ya como magistrada de la Corte, la libertad de la francesa Florence Cassez, entonces sentenciada en México en 2011 a 60 años de cárcel acusada por ser parte de una banda de secuestradores. Después de analizar a fondo el expediente y de cuestionar un burdo montaje ante los medios de comunicación, la defensora a ultranza de la “presunción de inocencia” y del respeto al “debido proceso”, procuró justicia en todo momento.

¿Será premonitorio el libro Como mueren las democracias, de Levistky y Ziblatt, profesores de la Universidad de Harvard, en el que se apuntan las claves sobre la conducta autoritaria del gobernante que accedió al poder con la fuerza de la legitimidad popular y que avasalla al oponente?  Apegada a derecho, Olga Sánchez Cordero, siempre ha estado a favor del respeto a la Ley ¿lo demostrará ahora? ¿El espíritu de Montesquieu se enfrentará al absolutismo o será una anécdota más de la fiscal de hierro que se derritió ante el poder autoritario del déspota del nuevo siglo?