IMPULSO/Marco A. Rodríguez Blasquez
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Hace unos días fui invitado a participar en un debate que tuvo lugar durante la realización del Congreso Nacional de Ciudadanía Activa “El poder Transformador de las Organizaciones de la Sociedad Civil” organizado por el Gobierno del Estado de México.
Evento en el que también participaron Roy Campos de Consulta Mitofski, Miguel Ángel Santinelli, Director de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anahuac, Gabriela de la Torre Presidenta de México Sonríe A.C. y Lidia Flores Dávila, Presidenta de la ORSODI, A.C.
Me llamó la atención lo nutrido del auditorio cuyo cupo es para mil quinientas personas y estaba totalmente lleno, así como el nivel de los asistentes, entre los que se encontraban académicos, líderes empresariales, dirigentes de organizaciones ecológicas, asistenciales y deportivas entre otras. El propósito del Congreso fue empoderar y profesionalizar a las OSC (Organizaciones de la Sociedad Civil).
Importante convocatoria la que tuvo esta iniciativa del Gobernador Del Mazo Maza en este Congreso Nacional, cuya organización estuvo bajo la responsabilidad de Alejandro Ozuna, Secretario General de Gobierno, quien contó para la coordinación logística del Subsecretario de Gobierno Jesús Gerardo Izquierdo y de Osvaldo Gómez, Director General de Participación Social.
En este tipo de eventos que cada vez son más frecuentes en diferentes países, se fomenta la participación activa de la sociedad, a quien se le enseña a cuestionar y discernir sobre la implementación y desarrollo de políticas públicas. De ahí el gran potencial que posee la sociedad civil para sancionar lo que realiza el gobierno.
La participación de estas organizaciones en movimientos sociales en el entorno nacional, ha venido sustituyendo el protagonismo de los partidos políticos, quienes ya no gozan de la confianza de los electores al considerarlos como símbolo de corrupción, motivo por el cual, las organizaciones sociales están llamadas a jugar un rol de contrapeso con el gobierno que dará inicio el día de mañana.
Aunado a esta descomposición de los partidos políticos, se suma el descrédito del INE, que originalmente fue concebido como un organismo de ciudadanos, hoy ha devenido en un órgano burocrático insaciable. Queríamos ciudadanos empoderados, y tenemos burócratas en autos blindados
La Cuarta Transformación bajo el liderazgo de AMLO, que obtuvo su triunfo porque supo leer y escuchar a lo que aspiran los mexicanos, presentándose como líder de un movimiento social para no cargar con el desprestigio de los partidos políticos, incluyendo el suyo, el de MORENA, en donde varios de los candidatos que triunfaron son verdaderamente impresentables y sin experiencia en tareas legislativas.
Pero será con MORENA con quien gobernará, partido del que tiene el apoyo sumiso e incondicional de los legisladores, quienes sin medir el costo de sus acciones al aprobar distintas iniciativas, le han abierto al Presidente de la Republica distintos frentes de batalla, uno con el Poder Judicial que está en defensa de su autonomía, salarios y derechos y otro más con sus propios correligionarios motivado por la ley Taibo.
Ese novedoso formato al que se sumaron creyentes y oportunistas, y que conlleva una buena dosis de caudillismo, se perfila para tener el control en cada uno de los 300 distritos electorales, y de lograrlo aseguraría un gobierno transexenal.
Para lograr la permanencia en el poder de este partido político, no bastara que en el gobierno actual sean honrados y honestos, la confianza se obtiene con resultados, mismos que estarán sujetos como nunca al escrutinio público, mediante la utilización de las redes sociales, espacio que será la bandera de una sociedad civil más organizada y articulada, que le demandará al primer mandatario de la nación el cumplimiento de sus compromisos.
El ahora Presidente de México deberá ponerle un sello distintivo a su gobierno, emprendiendo acciones que le generen confianza entre la mayoría de los ciudadanos. Si bien el tema económico es trascendental para la estabilidad financiera y la inversión, desde el inicio, este nuevo gobierno deberá atender las principales demandas, cuyos resultados desde hace tres sexenios han sido un rotundo fracaso.
Las demandas insatisfechas a que me refiero, y que han exponenciado el enojo y el temor en la mayoría de los mexicanos. Abatir la inseguridad, acabar con la corrupción y el lograr mejores niveles de bienestar serán las asignaturas mayormente evaluadas por el grueso de la franja poblacional, en donde seguramente se localiza gran parte de los dos tercios de ciudadanos que no votaron por AMLO.
La sensación que me dejó al ser participe en el Congreso Nacional de Ciudadanía Activa, fue de optimismo al atestiguar que con la participación activa de la sociedad organizada se está abonando el terreno para fortalecer la democracia. Considero que las organizaciones ciudadanas serán el verdadero contrapeso del próximo gobierno.
No le bastará al de México, contar con un Congreso de mayoría, antes deberá considerar que cada “ocurrencia” de sus principales colaboradores generara incertidumbre al interior y exterior del país. La impresión que da al referirse a la Cuarta Transformación es que ya no habrá una nueva oportunidad para probar y fallar. En este sentido pareciera que vivimos nuestra última oportunidad y todo dependerá del talento y experiencia de AMLO para gobernar con un equipo articulado, institucional, con experiencia e inteligencia. Este, como el de la gran mayoría de los mexicanos, es mi verdadero deseo.