IMPULSO/Mtro. Marco A. Rodríguez Blasquez.
Es práctica común en nuestro país, que después de una tragedia como la ocurrida en Tlahuelilpan que cobró la vida de 100 personas,entre hombre mujeres y niños que el gobierno dé inicio a una serie de acciones a fin evitar eventos de esta naturaleza que generan pérdidas humanas y cuantiosos daños materiales.
El triste y dantesco evento que pudimos observar con la cobertura de los medios de comunicación y que marcó la vida de una población,también dejó al descubierto el dilema que en materia de seguridad enfrenta el gobierno: El Presidente AMLO ha expresado “Nosotros no vamos a apagar el fuego con el fuego, no vamos a enfrentar la violencia con la violencia, así no se puede enfrentar el mal, eso está demostrado, eso no es solución, el mal hay que enfrentarlo haciendo el bien”. Ante este planteamiento,caben las siguientes preguntas:
Si la estrategia es no reprimir ¿Por qué no enviar una fuerza mayor del ejército que le permitiera disuadir a los pobladores, en lugar de solo 25 elementos que fueron rebasados? ¿Existe un protocolo de protección civil que regule la actuación del ejército en situaciones de crisis? Ante lo ocurrido ¿Está preparado el ejército para asumir tareas de seguridad pública?
Las respuestas a esas interrogantes las tendremos seguramente en un futuro mediato, y los resultados dependerán del éxito en la estrategia emprendida por el gobierno, a fin de erradicar la perforación de ductos para el robo de combustible, eliminando la red de corrupción entre funcionarios, sindicatos y el crimen organizado.
En lo personal y analizando el contexto de la tragedia, es claro que fue un delito el sustraer la gasolina, pero considero que lo que dio la pauta a los pobladores para cometer el robo, es de origen cultural, y tiene que ver con la práctica arraigada en la sociedad mexicana, de apropiarse de aquello que no es suyo. De ahí lo trascendente de este gobierno, en transmitir a niños y jóvenes valores que se adquieren con el estudio de la ética y la moral, la primera a fin de que cuenten y asuman principios personales de comportamiento, y la moral en introducir una serie de costumbres que definen valores en la sociedad.
Durante distintos gobiernos, el estudio de las Humanidades, que entre otros objetivos fomenta el trabajo en colectividad, fue relegado por un modelo individualista y más enfocado a las habilidades técnicas proveniente de la cultura norteamericana, y el cual se sustenta en la competencia y el éxito personal, en detrimento del trabajo y la conciencia colectiva. Este modelo para alcanzar el éxito, pero dentro de en un sistema que es proclive a la corrupción, fue lo que atrapó a varios jóvenes egresados de universidades nacionales y extranjeras, destacando entre otros, Aurelio Nuño y Emilio Lozoya.
Dos ejemplos más de personajes que siguieron el mismo modelo, que incurrieron o participaron en actos de corrupción, sucedió con la nueva generación de gobernadores priistas a la que se refirió el Ex Presidente Peña, así como los funcionarios altamente calificados de la empresa Odebrech quienes a través del lobbying y estructuras corporativas complejas, corrompían a funcionarios de empresas petroleras de distintos países a fin de obtener contratos de obra pública.
De seguir este modelo en la formación de los líderes del mañana, seguramente irán al fracaso varias generaciones, de ahí la necesidad de incorporar en el proceso educativo de la niñez la adquisición de valores y la idea del trabajo en equipo, objetivo que requiere de la labor coordinada de maestros y padres de familia, propósito que se facilita con las recientes facultades que se le han otorgado a los Consejos Técnicos de la Educación.
Quizá el ejemplo educativo de trabajo en equipo es el de Japón, según el estudio comparativo de programas educativos PISA (Programfor International Student Assessment) de la OCDE. En 2017 Japón calificó como el segundo lugar en calidad pedagógica después de Singapur. Su éxito se debe a que implementan una filosofía de la crianza de alumnos antes que la excelencia académica, y se fomenta el respeto al trabajo propio y de los demás, mediante los buenos modales y la integración de actividades colectivas para los alumnos.
En este sentido resulta esperanzador que el nuevo modelo educativo en México contempla que los niños trabajen en equipo, sean analíticos y críticos, aprendiendo a argumentar, discutir y sustentar las ideas favorables,emigrando así de un individualismo a un aprendizaje de trabajo en equipo,en donde los alumnos interactúan en la definición de contenidos. Este es el reto del Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, quien recientemente logró una alianza con la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) a fin de redefinir la política educativa del país. El Lic. Moctezuma Barragán quien tiene la experiencia de haber sido el operador de la descentralización educativa, implementada por Ernesto Zedillo, quien además es un hombre conciliador que garantiza la unificación de la gran mayoría de los docentes en torno al proyecto del Presidente.
La colectividad organizada, es la solución más viable para los problemas de este nuevo siglo y es a partir de ahí que debemos pensar la reformulación e implementación de nuestros sistemas de educación y enseñanza.
Director de BGC Consultoría Estratégica