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La disculpa de Jiménez Espriú

IMPULSO/Gonzalo Vaca

Artículo

El ingeniero mecánico y hoy titular de la alta burocracia mexicana, Javier Jiménez Espriú, debe ofrecer una disculpa pública por la burla que pretendió hacer de la marcha del pasado 5 de mayo, en la que los opositores al gobierno de López Obrador, se manifestaron para exigir que el Presidente respete la Constitución y ponga fin a la división de los mexicanos entre los buenos y los malos, desde su óptica de credo político.

La expresión del titular de Comunicaciones y Transportes, al hacer uso de las “benditas “redes” para mofarse y contribuir a esa división que solo dio aliento al agravio y en nada suma para la concordia y convivencia pacífica, tal y como lo fue la libre expresión de los marchistas.

Si bien Jiménez Espriú hizo uso de su libertad de expresión, no debe olvidar que es parte del Gobierno y que tiene la obligación de sumar y no dividir.  Desafortunadamente él no es un ciudadano común, es un alto representante del Gobierno y no puede expresarse como lo hizo, menos pretender descalificar a otras expresiones libres, dentro de una democracia.

El riesgo es que cunda el ejemplo y que el día de mañana escuchemos a otros iluminados del Gabinete arengar a sus seguidores a la confrontación, desde sus posiciones encumbradas, debe preocupar a todos, máxime si recordamos los hechos tristísimos y vergonzantes por lo que ya pasó este país.

Sería muy peligroso que desde las cúpulas del poder y con todo el aparato burocrático y todos los recursos (por cierto públicos e ilimitados) los más altos funcionarios legitimados en las urnas por la mayoría, incitaran a la violencia verbal o escrita, porque de ahí a la violencia física la frontera es muy tenue.

Quienes gobiernan este país, deben ser enteramente responsables y prudentes al momento de hacer pública su manera de pensar. Podrán creer que están en su derecho, pero su obligación es gobernar para todos, sean sus simpatizantes o no.

El respeto a las libertades individuales está en riesgo, cuando los intentos de quienes ansían violentarlas tienen un poder que no se puede comparar con el de un simple ciudadano, quien sin razón o con razón, sale a las calles a hacer patente su inconformidad en contra de las decisiones de un gobierno que no le representa.

Ya vimos a este Secretario de Estado amenazando a una mujer en la zona del malogrado Aeropuerto de la Ciudad de México. Muchos fuimos testigos de la iracunda postura y prepotencia con la que este servidor público se dirige en contra de la ciudadanía.

¿Acaso no podemos dejar atrás la confrontación política?  Ya ganaron y ganaron amplia y democráticamente, dentro del margen de nuestras leyes. Reflexione señor funcionario público; usted no es un ciudadano común, no es igual que los demás, tiene una gran la responsabilidad y es la de trabajar para construir un México mejor para todos.

Dedíquese a trabajar por ese México que usted vislumbra y apague las voces de la discrepancia de aquellos que no piensan como usted. Mientras les calla la boca a sus opositores, cierre la suya y dedíquese a trabajar por el bien de todos.

Si fueron muchos o fueron pocos los manifestantes, eso a usted no le debe de importar. Su disculpa, seguramente, no se escuchará, ni se leerá, pero la merecen esos mexicanos a los que con su burla pretendió agraviar.

Ingeniero Javier Jiménez Espriú, académico, y político mexicano, la mejor disculpa no puede ser otra que la de mostrar resultados positivos en la materia que usted dirige. Más y mejores vías de comunicación que aumenten la competitividad, la inversión, el empleo, el ingreso y el bienestar de esos mexicanos a los que tanto defiende en sus redes sociales. ¡Venga! Sí se puede hacer realidad eso de La Esperanza de México.

Recuerde que las redes sociales, las “benditas” redes sociales pueden ser un arma de doble filo. No olvide que el poder puede nublar el pensamiento de quienes no son inteligentes y usted, señor Secretario, parece que sí lo es. No permita la obnubilación de la mente.  No permita que la polémica sea la forma en que se le recuerde. Deje de pelearse con el mundo, mejor intente cambiarlo al fin que para eso fue elegido. ¡Salud!