Diciembre 29, 2024
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La ciudad perdida de Lerma

IMPULSO/ Eliseo Lugo Plata/fotos: Julio César Zúñiga/Lerma
Toluca
Lodo, encharcamientos, crecimiento desordenado, construcciones sobre el fango, robo de luz, falta de drenaje, ausencia de agua potable e inseguridad son parte de los problemas que está viviendo la nueva ciudad perdida de Lerma, conocida como Prolongación Guadalupe. Los únicos culpables son el alcalde Jaime Cervantes Sánchez y el presidente de Bienes Comunales, Javier Ruiz
Otras dependencias que también tienen culpa en este crecimiento anárquico y violatorio de las leyes son la SEMARNAT y la SEDATU, dado que han permitido que, por el negocio de la venta de lotes, los propios comuneros vayan desecando lo que fue parte de la laguna de Lerma.
Los culpables son los servidores públicos y las víctimas son los nuevos habitantes de esta ciudad perdida.
Si bien la laguna estaba a lado del polígono comunal, ésta es propiedad de la nación. Al seguir desecándola, los comuneros fueron adueñándose de los terrenos antes cubiertos de agua, los cuales cuidan como una propiedad privada, estableciendo vigilancia personal.
“Aquí no pasa nadie, está prohibido”, señaló el guardián que salió de una caseta de vigilancia para ponerse frente al auto e impedir el paso.
De cualquier forma, este reportero y el fotógrafo de IMPULSO lograron pasar para darse cuenta de que gente llegada de Oaxaca, Chiapas, Tlaxcala y otras entidades vive en esta ciudad perdida, gente a la que les venden lotes que van de los cinco a los veinte mil pesos.
“Pero no tenemos servicios, no hay drenaje ni agua potable”, informó la señora Susana González, culpada por el vigilante de permitirnos pasar.
Ante la presencia de los reporteros, la gente se alejó para evitar problemas posteriores con Javier Ruiz, presidente de los comuneros, pues los tiene amenazados.
“Yo tengo que comprar una pipa de agua cada cuatro meses, me cuesta 700 pesos”, dijo doña Susana, quien aclaró que la tiene que comprar en el Municipio de Santiago Tianguistenco porque en el Ayuntamiento de Lerma se la niegan.
Sobre los trazos que han hecho para futuras calles, se miran improvisados postes con cables con los que los comuneros se roban la luz para darles ese “servicio” a quienes les han comprado lotes.
El servicio de baños es al aire libre, en algunos casos, en letrinas. Las construcciones van desde las casas de cartón hasta las de materiales sólidos.
El lugar es una laguna desecada, por ello, cuando llueve, el agua llega a alcanzar 20 centímetros. La gente saca el agua de sus chozas o casas con cubetas y botes. Lo que pretenden ser calles está encharcado en todo momento.
La pestilencia es permanente por el agua estancada en algunas zonas. A orillas de algunas casas o chozas, aún se ven espejos de agua cubiertos por lirios.
La Colonia Guadalupe y la Prolongación Guadalupe están dividida por un canal de aguas negras a cielo abierto, lo que ha causado problemas de salud: epidemias, enfermedades respiratorias, alergias en la piel y dolores estomacales, entre otros.
La venta de los lotes ha sido un negocio para los comuneros, pero también para el alcalde Jaime Cervantes Sánchez, principal responsable de la ciudad perdida, en principio, por otorgar los permisos de construcción y, si no los ha autorizado, por permitir construcciones fuera de la ley; su negocio ha sido hacerse de la vista gorda desde que fue tesorero en la Administración anterior.