IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad De México
El 4 de diciembre Feliciano García fue atrapado por un grupo de habitantes cuando robaba en una vivienda de la ciudad de Oaxaca. Los vecinos lo amarraron de las manos y lo golpearon en múltiples ocasiones; después, lo exhibieron por varias calles. Horas más tarde, la Policía Municipal llegó al lugar para pedir a la turba que entregara al hombre. Lo que siguió fue una confrontación entre pobladores y policías. Al final, Feliciano logró ser rescatado por los policías, pero murió en la Cruz Roja a causa de los golpes.
Semanas antes, el 14 de noviembre, tres supuestos ladrones fueron quemados vivos en San Mateo Macuilxóchitl, población cercana a la capital del estado; los tres fallecieron a causa de las quemaduras.
Según testimonios, los hombres ingresaron a un domicilio a robar, una vez adentro, hirieron a una persona de 68 años y golpearon a otra de 43. La población se enteró del hecho, tocaron las campanas de la iglesia y algunos iniciaron con la búsqueda de los delincuentes a bordo de motocicletas; los atraparon y los llevaron al palacio municipal, donde ya los esperaba una turba enardecida. Los golpearon, les rociaron gasolina y les prendieron fuego: los lincharon.
De acuerdo con un estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) sobre violencia social, en 16 años, de 1998 a junio de 2016, se registraron 39 casos de linchamiento en Oaxaca, lo que colocó a la entidad en el quinto lugar a nivel nacional.
Denominado “Violencia Social: geografía de los linchamientos en México” y elaborado por los investigadores Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila, detalla que la entidad se encuentra por debajo del Estado de México con 191, Puebla 101, Ciudad de México 64 y Morelos también con 39.
Además, precisa que 50.5% de los linchamientos se vinculan de manera directa con el robo, seguido por el atropellamiento o incidentes viales con 16.2%, mientras que la violación, el abuso policiaco, asesinato y secuestro andan cada uno entre 6 y 7%.
“Los linchamientos son el referente empírico de la violencia social a causa de la erosión de la autoridad y la creciente indignación de grupos que, desde la sociedad, encuentran en la acción colectiva violenta una forma de protestar, ante la inseguridad y la ineficiencia de las autoridades”, afirman los investigadores.
Pero ante todo, apunta, “sociedades en donde la corrupción, la impunidad y la violencia han rebasado a las instituciones y cuerpos encargados del orden”.
Una revisión hemerográfica indica que sólo el año pasado cerró con 23 casos de linchamiento, entre los que quedaron en tentativa y los consumados. Por esos hechos se reportó la muerte de ocho personas.
En el transcurso de este 2017, el número de casos ya se duplicó. De enero al 7 de diciembre de este año, los medios locales han reportado 56 casos de linchamiento (tentativa y consumados) y 11 presuntos delincuentes muertos. Al parecer, este año las advertencias de vecinos hacia ladrones dejaron de ser sólo una amenaza.
Más miedo, más linchamientos.
El incremento de casos en los que los ciudadanos toman la justicia en sus manos no es casual, los datos indican que se trata del resultado de vivir con un miedo constante a la delincuencia. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) de septiembre de 2017, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 77.9% de habitantes considera que es inseguro vivir en la ciudad de Oaxaca; cuatro puntos más que en junio, que registró 74%. Este miedo nos es infundado. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), sólo de enero a octubre de este año, en el estado se han reportado nueve mil 20 robos, mientras que en la capital se han denunciado tres mil 13 robos; en promedio, 301 cada mes. Esta cifra se trata sólo de delitos que fueron denunciados, pero si se considera que, según el Inegi, 94 de cada 100 delitos no se reportan, el número de robos se dispararía en la capital. Sólo en ente año alcanzaría más de 50 mil: cinco mil cada mes y 167 cada día.
Linchar no es un delito
Aunque hay datos de al menos 56 linchamientos, la Fiscalía General de Oaxaca sólo investiga 15 casos: 11 en los Valles Centrales, tres en la Mixteca y uno en la Costa. Aun cuando se trataron de linchamientos, los delitos que se persiguen son lesiones, robo simple, robo y amenazas, secuestro agravado y abuso de autoridad, robo calificado con violencia física y moral, privación ilegal y abuso de autoridad, y lesiones calificadas.
Se investigan así porque linchar no es delito, no está tipificado. La única carpeta de investigación por homicidio es del triple asesinato en San Mateo Macuilxóchitl, donde los quemaron vivos.
Clima de violencia
El fiscal General de Oaxaca, Rubén Vasconcelos, acepta que hay responsabilidad de las instituciones públicas en la recurrencia de esta problemática, pues han fallado en dar respuesta a las exigencias de justicia.
El fiscal asegura que sí se vive un clima de inseguridad en Oaxaca, en donde los conflictos y el descontento social pretenden solucionarse “a través de otro tipo de violencia”. Sostiene que a las autoridades les toca fortalecer la procuración de justicia y sobre todo dar respuesta a las denuncias. Mientras que a la sociedad, en conjunto con las instituciones, le toca generar otro clima que haga ver que la solución de los conflictos no debe ser mediante el diálogo y los acuerdos.
Lo que el fiscal aclara es que en las investigaciones por linchamientos no se está persiguiendo a toda una comunidad, sino a los instigadores y autores materiales de la violencia de forma individual.
“No vamos a castigar a la comunidad, sino a los responsables individuales. El caso de Macuilxóchitl es un tema modelo, hay personas interesadas en instigar a la violencia, que hacen el llamado a la comunidad para que se actúe violentamente. Sobre instigadores y autores materiales directos es contra quienes la fiscalía está actuando”, explicó.