IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad de México
El modelo 2019 del Joker está aquí para, así como en 1975 fue el primer villano protagonista de su propio cómic, demostrar nuevamente que no necesita al esquizoide de Batman para reflejar las ansiedades más negras de la época.
Chelsea Smith, posgraduada de la Universidad Brock, nos revela que detrás del origen público del Príncipe Payaso del Crimen hay un origen bastante más sociológico –como el que es más evidente en la transformación que sufrirá Joaquin Phoenix en el papel de Arthur Fleck–. Pues ha evolucionado para adaptarse y ser un símbolo de los temores de la sociedad estadounidense desde su aparición en 1939.
Crisis en los tiempos infinitos
En concurso demencial, con la curaduría sociohistórica de Chelsea Smith, tendríamos como participantes a:
– El Joker de la década de los 30, que se enfrentó a la peor recesión económica mundial tras el Martes Negro del 29 de octubre de 1929 y la Gran Depresión. Los tiempos no estaban para bromas, ni siquiera desde las páginas de los cómics, es por ello que el Joker, que extendió sus recién nacidas manos en el número 27 de Detective Comics, lo hizo para enriquecerse robando bancos a punta de pistola.
– El Joker de los 50 y 60, que se mofó del status quo de la generación de la posguerra. Luego de la Segunda Guerra Mundial y en un escenario de conflicto generacional entre quienes o tuvieron suficiente de combatir y obedecer órdenes o acabaron sintiéndose cómodos con los rigores y la filosofía militar… Adelantándose a los X-Men de la competencia, las actitudes de los adolescentes fueron odiadas y temidas por los adultos, y en el reino del arte secuencial los miembros de la Comic Code Authority se lanzaron en una cruzada contra la, en su opinión, excesiva violenta en las viñetas.
– El Joker de los 70, que hace suyo el lema “una gran villanía implica una gran responsabilidad” haciendo eco de polémicos casos como el Watergate y el de la joven Patricia Hearst, quien luego de ser secuestrada por el Ejército Simbiótico de Liberación terminó secuestrando con ellos a una persona y haciendo bombas. Nuestro payaso afronta en los cómics de estos años una situación similar, por ejemplo, en el primer número de The Joker, escapa de la cárcel para frustrar un robo por no haber sido invitado a participar. El Joker termina siendo el héroe al ocasionar el arresto de Dos Caras, pero es arrestado también.
– El Joker de los 80, una década marcada por frustraciones, decepciones y fracasos, iniciando con el asesinato de John Lennon, siguiendo con la fallida negociación para liberar a 52 rehenes estadounidenses en Irán y con la invasión de Irak a este país, y continuando con la explosión del Challenger. Al Joker ochentero lo que menos le importa es el dinero, las bromas o la responsabilidad; lo que más, actuar como terrorista personal de Batman y disparar a jóvenes desprevenidas (Bárbara Gordon/Batgirl en el cómic “The Killing Joke”), secuestrar a representantes de la autoridad (el comisionado Gordon, en el mismo cómic de Alan Moore) y a menores de edad (Jason Todd/Robin en “Death in the Family”), y detonar explosivos con consecuencias irreversibles como la muerte de una madre (la de Jason Todd). Es este último el que Christopher Nolan escogió para llevar a la pantalla con Heath Ledger.
– El Joker de los 90, producto no de los cómics, sino de Batman: La serie animada y, más específicamente, del más exitoso de los personajes introducido por ésta: Harley Queen. La peor pesadilla de una feminista en la antesala del movimiento “MeToo” y la legislación de 1994 contra la violencia doméstica –acecho y agresión sexual de parte de una pareja sentimental– es sintetizada en la anti-romántica relación Joker-Harley.
-Prófugo de las terapias de salud mental. Así como llegamos al Joker del Siglo XXI, que en su manifestación primitiva es un prófugo de las terapias de salud mental con choques eléctricos en la era del cuestionamiento sobre la posible medicación excesiva de drogas psicotrópicas.
Lo que convierte al Joker en uno de los más grandes villanos de los cómics es, según Smith, “su habilidad para ser impredecible –siempre cambiante– y asustar al público”. ¿Qué es lo que más nos angustia en esta década? Ya lo averiguamos con The Joker.