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Israel
La Guerra de los Seis Días, que comenzó hace hoy cincuenta años, es percibida en Israel como un triunfo que cimentó su lugar en la región y demostró su superioridad ante sus enemigos. Para los palestinos, supuso el comienzo de una ocupación a la que ni la violencia ni las negociaciones han logrado poner fin.
Estos últimos conmemoran la fecha como la “Naksa” (Recaída o Revés, en árabe), en reconocimiento de la adversidad que supuso la pérdida del conflicto relámpago, que se dirimió en apenas una semana y en el que perdieron control sobre Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, controlados desde 1948 hasta entonces por Jordania y Egipto.
Los israelíes, que sienten su nación amenazada en un entorno hostil, ven en la contienda el inicio de una nueva etapa de su país, más afianzado en la región donde nació hace 69 años pese al antagonismo de las naciones colindantes, y celebran con especial énfasis la toma de la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde está el Muro de las Lamentaciones, lugar de rezo más sagrado para los judíos.
“Hace cincuenta años regresamos al corazón de nuestra capital y nuestra tierra. Hace cincuenta años no conquistamos, sino que liberamos”, dijo el primer ministro, Benjamín Netanyahu, durante la celebración del aniversario, que Israel festeja siguiendo la fecha hebrea de la toma de la ciudadela -este año, el pasado 24 de mayo-.
“Gracias a la lucha valiente y con orgullo de nuestro pueblo, de nuevo Jerusalén fue unificada, y hoy digo, digo alto y claro: Jerusalén siempre fue y siempre será la capital de Israel”, afirmó.
La comunidad internacional considera la parte este de la ciudad territorio ocupado y apoya la creación de un Estado palestino con su capital ahí, una opción que a día de hoy, con las negociaciones de paz estancadas desde hace tres años, parece cada vez más lejana.
Los palestinos marcan la efemérides reclamando para su pueblo el derecho a la autodeterminación e instando a poner fin a la ocupación que Saeb Erekat, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina y jefe negociador durante décadas, calificó hoy de “una vergüenza para el sistema internacional”.
El representante palestino denunció lo que considera una estrategia israelí “de asentamientos destinada a tomar tanta tierra y recursos palestinos como sea posible”, y afirmó que Israel ha utilizado los últimos cincuenta años para “fortalecer sus políticas coloniales” y cimentar la “opresión, subyugación, ataques y agresión” a la población palestina.
“Nuestra gente nunca renunciará a sus derechos nacionales legítimos y continuará luchando contra la ocupación con los medios disponibles garantizados por las leyes internacionales para poner fin a una larga era de injusticia, represión y persecución”, declaró Erekat.
Nabil Shaath, asesor del presidente palestino, Mahmud Abás, denunció en un encuentro con un grupo de periodistas que “la ocupación se ha convertido gradualmente en una intención declarada de anexión”, y criticó “la avaricia israelí por la tierra de Cisjordania”.
“Cuando Egipto e Israel hicieron la paz en 1979, había 6.000 colonos. Cuando en 1993 se firmaron los acuerdos de Oslo, había 160.000. Ahora hay más de 600.000”, manifestó.
Israel justifica en parte la ocupación con sus necesidades de seguridad -especialmente en lugares clave como el Valle del Jordán y Jerusalén-, y la derecha considera la eventual devolución de territorios y el establecimiento de un Estado palestino “en el corazón” del terreno que controla como una “amenaza existencial”.
Es el caso del ministro de Educación y socio principal del Gobierno, Naftali Benet, líder de Hogar Judío, que defiende abiertamente la anexión por Israel de partes de Cisjordania, una medida que pondría en peligro la solución de dos Estados que apoya la comunidad internacional.
“Ya hay dos Estados: uno ocupante y uno ocupado. Hablar de solución de dos Estados es un eufemismo. Se trata básicamente de la retirada de los colonos y soldados de los territorios palestinos”, afirmó Shaath.
Transcurridos cincuenta años, la ocupación no tiene visos de terminar: veinte años de procesos negociadores, interrumpidos por fuertes olas de violencia, no han dado resultado y las partes no parecen dispuesta a hacer concesiones para un pacto.
En su reciente visita a la región, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apostó por la vía regional para lograr un acuerdo, que implica el reconocimiento de Israel por los países árabes a cambio de una retirada de territorios.
Analistas sugieren que se quiere dar la vuelta a la iniciativa árabe y pedir primero el reconocimiento de Israel para luego llegar a un acuerdo con los palestinos, algo que estos consideran inaceptable.
“No puede haber paz regional sin paz bilateral. Un Estado palestino en las fronteras de 1967 es la única forma de acabar con 50 años de ocupación”, sentenció Shaath. TERRA