IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
Fiesta de despedida a medias. Sirvió más en lo emotivo que en lo táctico. Triunfo por la mínima de la Selección Mexicana sobre Escocia (1-0), que pese a no ser sufrido sí dejó serias dudas hacia el Mundial de Rusia.
La mente de los tricolores desde hace rato que ya está fuera del país, pero había que cumplir con la despedida ante su gente que abarrotó el estadio Azteca, que acudió con la esperanza de ver un brillo de esperanza en sus jugadores, y así alimentar el sueño de vencer a la poderosa Alemania y cumplir como trámites los juegos ante Corea del Sur y Suecia.
Expectativas que quedan peleadas con lo visto ayer por la noche. Si bien Escocia, con un equipo “B” y que venía de perder en su visita con la Selección de Perú, no representó mayor resistencia para unos tricolores que saltaron hasta con ocho de los elementos que juegan en el extranjero.
Para fortuna del espectáculo, el gol no tardó en hacer su aparición, pese al dominio de México. A los 12 minutos, Carlos Vela mandó un servicio que Raúl Jiménez intentó alcanzar de chilena, sin embargo, fue en los pies de Giovani dos Santos que la esférica encontró refugio y el impulso para colarse —de manera sosa y pegada al pasto— al fondo de las redes, además de la tardía reacción del meta Jon Mclaughlin.
Gio festejó lejos de la crítica y de sus compañeros. Su felicidad la enfocó con un abrazo para quien confía en él, el Profe Osorio.
Tanto que hizo vibrar al respetable. Desató el Cielito Lindo y las porras de “¡México… México!”.
Hirving Lozano fue peligroso, mas no arriesgado, mientras que Raúl Jiménez estuvo perdido en la punta. Nada fina la delantera tricolor, hasta los mariachis en la grada lo sabían, con las manos en el rostro y gestos de preocupación por una anotación no concedida a Oribe Peralta.
Al medio tiempo, algunos abucheos comenzaron a escaparse, como en la previa del cotejo, donde la afición reprobó al unísono al escuchar los nombres de Gio y del técnico Juan Carlos Osorio.
Rafael Márquez sí fue ovacionado. Los ánimos de la tribuna le hicieron ver que lo respaldan.
México fue complaciente. La afición no lo perdonó.