IMPULSO/Miguel A. García
Toluca
Durante el 2017, el índice de inflación en los precios del consumidor llegó a niveles históricos del siete por ciento, el rango más elevado del gobierno de Peña Nieto, pues se había mantenido debajo del cuatro por ciento, lo que implica que, en términos reales, el poder adquisitivo del salario de los trabajadores disminuyó hasta un 60% de 1982 al 2016.
A decir de Miguel Ángel Díaz Carreño, investigador de la Facultad de Economía de la UAEM, éstas son las cifras más altas en los últimos 15 años, destacando que este ciclo lo detonó el tristemente célebre “Gasolinazo”.
“Cuando se incrementa el precio de los combustibles, de la gasolina el diesel, se genera un efecto en cadena, se empiezan a disparar precios en todos lados”, fustigó el académico.
Esta escalada inflacionaria es más peligrosa, dice, cuando dos terceras partes de la población en México, en el mejor de los escenarios, gana tres salarios mínimos, es decir, 240 pesos por jornada de trabajo para una familia.
Sin embargo, advierte en el indicador, hay elementos de consumo básico que se incrementaron en 20 o hasta 50%.
“Ésa ha sido la constante del país en las últimas cuatro décadas, una constante pérdida de la capacidad adquisitiva y por ello encontramos tantísima pobreza en el país e informalidad”, sentenció.
Este escenario habrá de traducirse en más pobreza, ambulantaje e incluso delincuencia, pues, si se toma en cuenta lo que ganaban otras generaciones como en la década de los setenta, el poder adquisitivo se desplomó hasta un 80 por ciento.