IMPULSO/ Patricia López Vences
Toluca
La Conferencia del Episcopado Mexicano se pronunció en defensa de la concepción religiosa del matrimonio formado por un hombre y una mujer, declaró que defenderá fielmente y custodiará su preservación pese a presiones políticas, sociales o intereses de grupos “sectarios” [sic.] para modificarlo.
A través de la Comisión Episcopal para la Familia, Juventud, Adolescentes, Laicos y Vida, la Iglesia Católica instruyó a las arquidiócesis y diócesis de México a dejar clara la postura de la institución religiosa, que si bien reconoce el respeto a la dignidad de todo ser humano, a sus derechos, a su libertad, también precisa que el “sagrado sacramento” del matrimonio debe ser a imagen de la sagrada familia, esto es, un hombre y una mujer.
En cada sede apostólica, se dará una intensa difusión sobre el contenido de la carta episcopal firmada por los integrantes de la comisión referida, encabezados por el obispo de Tehuacán, Rodrigo Aguilar Martínez, presidente, así como por monseñor Francisco Chavolla Ramos, obispo de la Diócesis de Toluca en su carácter de responsable de Dimensión de Vida, así como de Jorge Cuapio Bautista, obispo auxiliar de Tlalnepantla, también responsable de Dimensión de Adolescentes.
Ante la iniciativa enviada por el presidente Enrique Peña Nieto sobre el matrimonio igualitario, se llamó a no confundir “la naturaleza” del matrimonio, cuya esencia “es la integración de una familia”, los obispos mexicanos pidieron a los pastores que reafirmen “la visión de la Iglesia católica sobre el matrimonio, la familia y el carácter sagrado de la vida humana desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural”.
La naturaleza humana “es clara” [sic.], hay un hombre y una mujer y “Dios los ha bendecido para que formen una sola carne y transmitan la vida; su diferencia sexual, en la igual dignidad personal, es el signo de la bondad de la creación de Dios. Y en base a esta visión bíblica distinguir pero nunca separar”.
El documento señala que la Iglesia católica ha vivido recientemente a nivel universal una experiencia de fe, comunión, sinodalidad y discernimiento al celebrar un sínodo extraordinario y otro ordinario sobre el tema de la familia.
El fruto de estos dos sínodos ha sido recogido por el papa Francisco, quien, a su vez, comparte en su Exhortación Postsinodal Amoris laetitia (La alegría del amor) que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y la familia […]. Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el matrimonio entre personas del mismo sexo” (251).
“Con esta mirada hecha de fe y de amor, de gracia y de compromiso, de familia humana y de Trinidad divina, contemplamos la familia, que la palabra de Dios confía en las manos del varón, de la mujer y de los hijos” (Bergoglio, Exhortación Postsinodal Amoris laetitia, 2016).
