IMPULSO/Edición Web
Londres, Reino Unido
En la pared de ladrillos colorados de la mezquita de Finsbury Park, alguien ha escrito, a mano, un mensaje en una tarjeta sobre un ramo de crisantemos rosas. “Este odioso crimen no es lo que nosotros somos. Finsbury Park representa lo mejor de Londres. Amor y tolerancia”. Este barrio multicultural, diverso, del norte de la capital británica, donde los inmigrantes musulmanes argelinos, turcos, yemenitas e iraquíes conviven con sihks, judíos ortodoxos y cristianos, sufrió el primer atentado terrorista islamofóbico en Gran Bretaña en la madrugada de ayer. Una camioneta blanca se incrustó contra los fieles reunidos tras el Taraweeh, los rezos de medianoche de ramadán.
El temor de los musulmanes ahora es que otros ataques se extiendan a las mezquitas, que no tienen seguridad propia como las sinagogas, y exigen desesperadamente al Estado británico protección para sus fieles, en el mes sagrado de su religión. El área está ahora cubierta de policías fuertemente armados. Pero con la extrema presión sobre las fuerzas de seguridad por los atentados y los recortes presupuestarios ordenados por el gobierno tory, el temor es que esa armadura policial no dure. Este es el cuarto atentado terrorista en Gran Bretaña desde marzo, que han dejado al menos 36 muertos.
Un hombre de 47 años, al grito de “quiero matar a musulmanes” subió a la vereda deliberadamente y arrasó a los fieles en Seven Sisters Road. Quedó bajo sus ruedas y murió un anciano, que estaba siendo tratado por los vecinos porque se había descompuesto, y otras 11 personas están heridas, dos de gravedad. La islamofobia, denunciada por los musulmanes tras los atentados terroristas en Londres en manos de los yihadistas, ya tiene sus víctimas. El objetivo es dividir al país entre los unos y los otros. Garren Osborne, un británico de Cardiff , sin antecedentes policiales, sin ficha en los servicios secretos y que conducía la camioneta, fue detenido por los fieles y salvado de un seguro linchamiento por el imán Mohammed Mahmoud, que prohibió que le pegaran o lo mataran, hasta que llegó la policía, 20 veinte minutos después. “Yo hice mi parte”, les dijo el atacante a los policías que se lo llevaron. Había alquilado su camioneta en un pueblito del sur de Gales por 80 libras para el ataque. Va a ser acusado de actos terroristas. Cressida Dick, la comisionada de la Policía Metropolitana, admitió que “claramente es un ataque contra los musulmanes”.
Con tres atentados terroristas con yihadistas islámicos como responsables, los musulmanes se sienten víctimas de una creciente islamofobia, alimentada por los tabloides británicos y los prejuicios. El lenguaje de campaña de Theresa May, tras el ataque terrorista en Manchester, no ayudó. Su inmediata visita a la mezquita atacada en Finsbury Park, de donde salió abucheada, y su nueva retórica busca equilibrar su poca humanidad ante las víctimas mayoritariamente musulmanas de la torre quemada en Kensington. Su comparación con que “el ataque terrorista en Finsbury Park es tan repugnante como el de Manchester y London Bridge” y la descripción de “islamofobia como otra forma de extremismo” significan un cambio conceptual importante en “Maybot”, como llaman a la robotizada premier. Buscó calmar a una comunidad que se siente estigmatizada, estereotipada y perseguida, tras los atentados terroristas, y abandonada a su suerte por el Estado en el incendio de la Grenfell Tower, por cuyas víctimas rezaban cuando fue el ataque.
Para no cometer el mismo error, los políticos conservadores comenzaron a llegar en masa al barrio. Pero Jeremy Corbyn, el líder laborista y diputado del área, vive a la vuelta de Seven Sisters Road. Tras romper el ayuno en la mezquita con los musulmanes, fue recibido como “un hermano” cuando volvió a solidarizarse y rezar con ellos por las víctimas.
El abogado David Anderson, experto en la revisación de leyes terroristas, dijo que “la extrema derecha en Gran Bretaña puede ser tan asesina como su equivalente islamista”. “En algunos lugares del país, los extremistas blancos ultraderechistas superan en número a los extremistas islámicos”, alertó en este día trágico para la convivencia en el reino. Exactamente un año atrás, otro extremista de ultraderecha asesinó a la diputada laborista británica Jo Cox porque defendía a los inmigrantes, en plena campaña del Brexit.
En el día en el que se iniciaron las negociaciones por el divorcio del reino con Europa, Finsbury Park es un “melting pot” multicultural, con todas las lenguas y restaurantes orientales. Durante años, su mezquita tuvo una horrenda prensa. Abu Hamza, el imán manco, amigo de Osama bin Laden y ex veterano en la guerra santa en Afganistán, en la década del 90 convirtió al lugar en un centro de radicalización y yihadismo. Hasta que fue extraditado y juzgado en Estados Unidos por terrorismo. Hoy la mezquita es un lugar de moderados, que ha recompuesto su vínculo con la comunidad y con los otras religiones. Eso no significa que no haya sido atacada con molotov dos años atrás.
El imán Mahmoud del Muslim Welfare Center es el héroe de este horror y pidió a la gente compasión y perdón. Él protegió al atacante del linchamiento, al grito de “no le peguen, no lo toquen, esperen que llegue la policía. Es ramadán”. En el barrio bajo shock, la solidaridad no se ha perdido. Los sihks y los judíos abrazan a los musulmanes, les dan sus condolencias. La policía recibió flores de mujeres con velo. Los bares distribuían gratis agua y café. En la estación de subte de Finsbury Park, un mensaje lo sintetizaba todo: “Los tiempos difíciles no duran. Las personas duras sí. Mantengámosnos unidos”.
Con información de Reuters
Esta nota fue publicada originalmente por Clarín, y puedes consultarla en https://www.clarin.com/mundo/indignacion-miedo-musulmanes-ataque-mezquita-londres_0_SkRopaH7Z.html