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Huelga y protestas en Brasil contra planes de Temer

IMPULSO/ Edición Web
Sao Paolo
Una huelga general contra los planes de ajuste del presidente brasileño Michel Temer afectaba al transporte público, las escuelas y parcialmente a los aeropuertos, con algunos incidentes entre manifestantes y policías.

La policía dispersó por la mañana con gases lacrimógenos a activistas que bloqueaban calles en Sao Paulo, Rio de Janeiro y otras ciudades.

Las mayores centrales sindicales convocaron por la tarde a marchas para denunciar en particular los proyectos de reforma del sistema de jubilaciones y de flexibilización de los contratos de trabajo.

Ambas iniciativas están en votación en el Congreso como parte del programa del gobierno para enderezar las cuentas y sacar a Brasil de la peor recesión de su historia. Según datos oficiales publicados este viernes, el desempleo en la mayor economía latinoamericana alcanzó un nuevo nivel récord de 13.7 por ciento, con 14.2 millones de personas en busca de trabajo.

Una asesora de la Central Única de Trabajadores (CUT), ligada a la izquierda, dijo a la AFP que la protesta se extendía por los 26 estados y el Distrito Federal, en centenas de ciudades, y aseguró que los incidentes registrados habían sido menores.

La CUT, que publicó una arenga en su sitio de internet con el lema “Hoy Temer no gobierna. Quien gobierna es la clase trabajadora”, hará un primer balance de la jornada en la tarde, poco antes del inicio de una marcha hacia la residencia de Temer en Sao Paulo.

El mandatario, entre tanto, sigue las protestas desde Brasilia.

Para el gobierno, la paralización es un fracaso: “Están impidiendo que las personas lleguen a sus lugares de trabajo. En un primer análisis, eso evidencia que es una huelga que no existe. Es más una huelga de sindicatos perturbados con las decisiones del Congreso”, dijo el ministro de Justicia, Osmar Serraglio, a la radio CBN.

La Cámara de Diputados dio media sanción al texto base de una ley para flexibilizar los contratos de trabajo, otorgando más poder a los acuerdos colectivos y eliminando la contribución obligatoria a los sindicatos.

En Sao Paulo, motor económico y distrito más poblado del país, se produjeron algunos enfrentamientos entre manifestantes que obstruían arterias de la ciudad y la policía, generando congestionamientos en el tránsito.

Después del mediodía, los trenes y el metro comenzaron a funcionar parcialmente, aunque los ómnibus seguían paralizados, reportaron medios locales.

Los comercios registraban un acatamiento parcial al cese de actividades, señaló un reportero de la AFP.

Metalúrgicos, petroleros, personal de los hospitales y de los correos también anunciaron su adhesión a la protesta.

“Ya no podemos quedarnos callados, con un gobierno que no es legítimo, que no fue elegido, que promueve una desarticulación de los derechos de los trabajadores y del pueblo brasileño”, dijo Ricardo Jacques, un empleado bancario paulistano.

Temer, que tiene un apoyo de la población de apenas un 10 por ciento, reemplazó en 2016 a la presidenta Dilma Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), destituida por el Congreso bajo la acusación de manipular las cuentas públicas.

Rousseff había sucedido al dos veces mandatario Luis Inácio Lula da Silva (2003-2010), actualmente asediado por causas de corrupción en el escándalo de Petrobras, que también golpea a buena parte del gabinete de Temer y a decenas de legisladores de todo el arco político.

El aeropuerto doméstico de Sao Paulo registró 12 vuelos cancelados y 18 atrasos de un total de 124 previstos, pero la empresa que lo administra no supo precisar si los trastornos tienen relación directa con la huelga.

En la terminal internacional paulista de Guarulhos, de las 157 llegadas y 124 partidas programadas se registraron 18 atrasos de aterrizajes, según un comunicado que divulgó la terminal. En Brasilia, la huelga afectó por la mañana a 32 de los 182 vuelos previstos y ocho debieron cancelarse.

La capital del país estaba sin servicio de autobuses y metro y con vallas que cercaban a los edificios del Congreso y la Presidencia, parte de un vasto operativo policial para impedir invasiones durante las protestas.

El gobierno sigue de cerca el éxito o el fracaso de una huelga a la que se sumaron algunos de sus aliados, como Paulo Pereira da Silva, presidente de la central Força Sindical y diputado de Solidariedade, partido de la base de Temer, que amenaza con pasar a la oposición si las reformas se aprueban sin modificaciones.

También la Conferencia Nacional de Obispos (CNBB) se sumó a las críticas y apoyó las movilizaciones. FINANCIERO