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Huapalcalco, el lugar de los dioses ocultos

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México

Los cimientos de las casas que aquí se levantan al ritmo de una irregular mancha urbana expulsan toneladas de tierra mezclada con yerba e historia sepultada por milenios.

Es común que, al excavar, las piedras se confundan con ídolos de barro y herramientas de caza prehistóricas.

Se trata de la comunidad de Huapalcalco, perteneciente al municipio de Tulancingo en el estado de Hidalgo, a dos horas por carretera de la Ciudad de México.

Pero la memoria de este lugar no sólo yace enterrada. Una pirámide de influencia teotihuacana de 12 metros de basamento por 8 de altura se yergue en su zona arqueológica custodiada por acantilados, que sirvieron de lienzo a pinturas rupestres y donde hoy atrevidos excursionistas practican rapel.

Es uno de los sitios más antiguos de ocupación humana en el continente.
“(Huapalcalco) presenta cinco ocupaciones diferentes, la primera y más antigua corresponde a la Prehistórica con la presencia de puntas de proyectil del tipo Meserve y un hacha de mano que fechan hacia el 7000 antes de Cristo”, describe el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en su sitio electrónico.

Las culturas Teotihuacana, Tolteca y Mexica dejaron aquí su huella… además del hombre de las cavernas.

Acopiar la historia

Marco Antonio Mendoza Bustamante es locutor de radio y escritor y cronista originario de Tulancingo. Desde hace más de 10 años se ha dedicado al rescate de piezas arqueológicas de la región. Hoy tiene una colección de alrededor de 2 mil, que ensalza como una de las más significativas en México.

“Me interesa que la gente conozca la riqueza cultural de esta región y de los pueblos mesoamericanos, pero con frecuencia invito a personas para que puedan conocerla. Los objetos que tú vez siguen siendo patrimonio de la nación, simplemente me he encargado de colectarlos, de reunirlos en un solo techo”, explica en entrevista.

Como referencia, en el país la colección privada más grande de piezas arqueológicas pertenece a la Fundación Cultural Armella Spitalier, que concentra alrededor de 10 mil, de acuerdo con el cronista.

En Hidalgo, tierra fértil en vestigios, el museo arqueológico de Zazacuala, en el municipio vecino de Santiago Tulantepec, exhibe mil 500 figuras halladas en un asentamiento prehispánico de 285 hectáreas, gracias al esfuerzo conjunto de autoridades y del director del recinto, Iván Reyes.

Las piezas de Mendoza cuentan con una ficha del INAH, que les asignó un número en un registro nacional. Esto impide, afirma, que puedan ser enajenadas o abandonar el país de contrabando.

Es una realidad que Huapalcalco ha sido saqueado por generaciones y con cierta frecuencia objetos con un valor incalculable son malbaratados en el mercado negro. Lo primero que dice la gente que los encuentra es: “¿Cuánto me dan por ellos?”, narra una de las voluntarias que se ha dado a la tarea de rescatar la memoria histórica del lugar.

“El día que yo muera, necesariamente tendrá que requerir el INAH a quien se quede con ellas, las piezas no podrían ser vendidas o enajenadas, lo cual es un delito fuertemente castigado por la ley, por el código penal”, explica Mendoza Bustamante.

Su colección particular, dividida en cuatro espacios temáticos por periodo, cultura y tipo de materiales, incluye figuras talladas en obsidiana, vasijas de barro, fósiles en piedra y ámbar, así como el fragmento de un molar de mamut que conserva el esmalte original, a juzgar por la impresión que brinda. Bien podría ser contemporáneo de las manos y figuras humanoides plasmadas en los acantilados.

Sin embargo la “joya de la corona” es una representación tallada en roca volcánica de la diosa mexica del maíz, Chicomecóatl, que halló en la comunidad de San Isidro, no muy lejos de Huapalcalco.

“Me gusta mucho caminar por la zona, un día encontré un montón de piedras y entre ellas veo una piedra boluda roja, me llamó la atención. Al principio no le vi forma, me acerqué y me di cuenta que tenía una talla. La lavé y me percaté que era Chicomecóatl. Ella me encontró a mí”.

Otro de las “joyas” de Marco Antonio es una punta de proyectil con unos seis mil años de antigüedad. Sin embargo, en la colección todo resulta un viaje de fantasía por el tiempo.
Para el escritor, es fundamental que el INAH declare a Huapalcalco como Zona Arqueológica de México para proteger y explorar su cultura, vagamente conocida. Los habitantes, aclara, pueden estar seguros de que conservarán las piezas que poseen y que sus terrenos no les serán expropiados.

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