IMPULSO/Angélica Fuentes
En los últimos años, ha habido una creciente incorporación de las mujeres en ámbitos que tradicionalmente eran considerados masculinos. El aumento de su participación en el mercado laboral y el mayor acceso a la educación, la tecnología y los espacios de toma de decisión en la vida pública y privada ha generado avances hacia una sociedad más justa. Sin embargo, este proceso también necesita el compromiso de los hombres por la igualdad de género.
En el discurso hegemónico se ha consolidado la importancia de la igualdad, pero en el día a día las mujeres siguen enfrentando situaciones de discriminación. La revisión del concepto de masculinidad implica una participación más activa y profunda de los hombres en los esfuerzos por la equidad de género, sin un enfoque jerárquico. Reconstruir la masculinidad y pluralizarla significa expandir horizontes, diversificarse y abandonar la creencia falsa de que hay patrones de comportamiento relacionados con el género que debemos seguir.
Muchos hombres, sobre todo los más jóvenes, están cuestionando el modelo tradicional de masculinidad. Están conscientes de las injusticias y consecuencias negativas de un sistema patriarcal que ubica a la mujer en una situación estructural de subordinación. El sexismo impide el desarrollo integral de cualquier ser humano: discrimina y oprime a las mujeres, pero también limita a los hombres.
La forma en la que normalmente concebimos la masculinidad incluye una serie de valores, actitudes y mitos. Cuántas veces hemos escuchado que los hombres deben ser fuertes, poco emocionales, exitosos, proveedores, competitivos y herméticos. La realidad es que no necesariamente todos se sienten cómodos tratando de cumplir estas expectativas.
Las nuevas masculinidades están dispuestas a retar el modelo tradicional, renunciar a los privilegios actuales, liberarse de cargas y presiones innecesarias, comprometerse con la igualdad de género y aceptar una corresponsabilidad real en la reproducción, el cuidado de los hijos y los ancianos, así como las tareas domésticas y otras actividades asignadas a las mujeres.
El género no tiene por qué definir cómo alcanzar la felicidad o la realización personal. La nueva masculinidad es mucho más dinámica y genuina, pues ambiciona reconectar con la esencia verdadera del ser humano. Así como las mujeres han incursionado en ámbitos que eran exclusivamente masculinos, los hombres buscan la libertad de expresarse; realizarse en cualquier actividad sin ser desvalorizados socialmente y desean asumir un rol mucho más activo en la vida familiar y doméstica.
Es momento de superar la visión androcéntrica que durante cientos de años ha colocado a las mujeres en una posición inferior. El reto es construir un modelo social más justo, donde haya cada vez más hombres dispuestos a redefinir el concepto de masculinidad para impulsar la igualdad y comprometerse con un desarrollo inclusivo.