Julio 16, 2024
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El hombre entre Benjamín Galindo y Galiopintore

IMPULSO/ Alejandra Aréchiga
Toluca
Cuenta el pintor toluqueño Benjamín Galindo, quien lleva el mismo nombre del ex futbolista zacatecano, que de niño se vio negado al futbol, aunque intentó practicarlo, curiosamente, como ceñido a una paradoja, fue esa circunstancia la que, entre otras cosas, lo hizo acercarse al arte.

Tal vez, el antiguo Benjamín no habría imaginado el cúmulo de experiencias enriquecedoras que dejaría en los espectadores de su obra, constituida en gran parte por retratos pintados al óleo bajo la técnica del hiperrealismo. Diversas pruebas y tribulaciones pudieran haberlo llevado en otras direcciones pero, actualmente, es cada vez más un reconocido pintor, cuya obra es admirada tanto en México como en el extranjero.

Hoy día, enfundado en un aura que desmantela el cliché del artista desdeñoso que suele navegar en el trance perpetuo de envanecimiento, Galio no niega la búsqueda de la fama, la celebra, tal vez con la misma alegría que festeja cada logro de los pequeños pupilos a los que instruye como profesor de pintura. Ésta es parte de su historia.

— Partamos desde el principio, ¿cómo es que comienza su vida en el arte?

Estaba yo, creo, en la primaria, me gustaban mucho los colores, las formas, el poder tener esa capacidad de representarlos, hacer el truco de mirar las cosas y pasarlas por la mente y por los ojos y después llevarlas al papel por medio de la mano, ése es el medio que me motivó a plasmar lo que yo veía como lo veía.

Mi historia empieza desde el lenguaje, desde muy bebé, cuenta mi madre que una noche, tal vez a los dos años de edad, los desperté y les dije: “Quiero saber qué es lo que dice aquí”, prendieron la luz y dijeron “ya duérmete”, repliqué que quería saber qué era lo que decía y respondieron: “es la letra A”, entonces dormí tranquilo.

Desde esas noches de infancia, no duermo tranquilo si no conozco algo en lo que tenga inquietud por saber. Si tengo inquietud por encontrar algo, lo busco.

Creo que en el mundo de las imágenes empezamos desde cómo nosotros significamos el mundo. Una vez que yo me había visto ya negado para el deporte porque me rechazaban en ello, me ponía a dibujar sin rencor alguno y me veían como un niño raro. He encontrado el camino por la vida de las cosas que yo he buscado y eso ha sido el punto, la búsqueda del lenguaje, de cómo hablar, cómo decir las cosas y eso se convirtió en esta manera de significar las cosas con objetos, con formas.

— ¿Se considera perfeccionista?, lo pregunto porque puede suponerse de un artista inmerso en la corriente pictórica del hiperrealismo, en la que se busca apelar a la exactitud.Al iniciarme dentro del hiperrealismo, entré al mismo tiempo a una disciplina más profunda en el sentido de cómo entender el mundo, cómo entender todo ese lenguaje que yo veía en las imágenes. El arte que yo hago está cargado de geometría, de simetría, de pautas de simetría que nos conectan al resto del universo. Efectivamente, me he vuelto más perfeccionista en mi manera de ver la vida al hacer las cosas con mucha precisión. Sí, hay una exigencia dentro de mi persona que me hace llevar este papel de la vida de pintor a otras áreas.

— ¿Cómo sentirse satisfecho con una pieza artística que requiere de ese nivel de perfección?

Creo que hay una forma de encontrar el punto medio, de aceptar también el accidente dentro de la obra. Cuando ustedes miren alguna de las pinturas, van a ver que son piezas de madera que se van desgastando, que van sufriendo a lo largo del tiempo. Una pieza donde yo pinto, que es una superficie de madera, me hace pensar en la tabula rasa de la que hablaban los griegos: decían que nosotros nacemos como una tabula rasa sin conocimiento alguno del mundo y lo vamos conociendo conforme vamos viviendo. El que no ve, mira a través de sus sentidos, se expande a través de los mismos .La tabulas rasas en las que yo pinto son la huella que ha dejado la vida de un árbol en su cronos, y yo dejo una huella antropológica sobre esos lienzos de madera que no tienen una preparación, sólo hay el vestigio de una mancha de óleo que se convierte en un accidente sobre ese material.

Hay partes donde vamos a encontrar manchas muy accidentadas dentro de lo que cabe, dentro de lo que yo me permito, más terminadas o menos terminadas. Encontrar ese punto medio de perfección, negado a la frustración, me hace tener esa satisfacción de que hay algo de mí en este mundo, que dejé una huella.

— ¿Cómo decide qué es lo que quiere representar en sus pinturas?
Los motivos de la pintura me los ha permitido encontrar mi trayectoria natural por la vida, mi fenomenología, quiero decir que, al encontrar colores, formas y figuras determinadas, me llaman la atención y sé que eso es lo que quiero. Mi esposa se dedica a tomar las fotografías, ella es maestra en Psicología, también ha tomado cursos de foto, así que es la fotógrafa del equipo y yo pinto los cuadros. Las imágenes vienen del ojo de la cámara, que finalmente se convierten en un cuadro desde la visión del artista.

— ¿Cómo encuentra ese momento de lucidez, tal vez de excitación, para comenzar a pintar?
Como decía Pablo Picasso: “Quiero encontrar la inspiración trabajando”, entonces creo que mi momento de excitación en la vida es todo el tiempo. Alguien me preguntaba cuál era la diferencia que encontraba entre un artista y el pintor, le dije que el pintor pinta y el artista vive, entonces, yo vivo, trato de reírme con la vida y de la vida, es como encuentro ese momento. Llego en la noche y digo “tengo que pintar porque ya en la mañana me dediqué a dar clases”

— Puede parecer una idea un poco romántica pero ¿existe para usted alguna especie de guarida para crear?
El espacio es muy importante, yo creo que sí hay una guarida, pero está aquí en este cuerpo y en esta capacidad de vivir.

-¿A qué artistas admira, tanto en su obra artística como en sus maneras de pensar?
Me gusta mucho la pintura de Jan van Eyck, que era un pintor de finales del Medioevo y principios del Renacimiento, conozco mucho de su pintura, me encanta lo bien hecha que está, aunque casi no conozco de su pensamiento, casi nada.
Van Gogh es de mis favoritos, su obra no me encanta tanto, aunque si veo un cuadro un día en vivo, me va a hacer llorar. Mi vida tiene que tener alguna pauta de simetría que me conecta con él en el sentido de la bohemia, aunque hay muchas cosas que no haría de las que hacía él.
Para Jackson Polock, mi admiración completa, si veo un cuadro, creo que he visto todos, me encanta su forma de dirigirse en la vida, de hacer las cosas tan locas.

— Platíquenos acerca de su obra, es sabido que trabaja en dos formatos
Tengo una obra que es de formato grande y otra obra que es de un formato muy pequeño, miniatura. Vamos a encontrar al final la pauta que las conecta a las dos.
Las dos nacen de una persona que observa mucho la vida, en el caso de lo grande, recurro a una foto, la veo y digo “esto es lo que tengo que hacer”, pero me gusta dejarles el fondo de la madera, sigo una técnica con mucha precisión. En el caso de los dibujos más pequeños, que normalmente no muestro a mucha gente, tal vez sólo a gente que de repente va a la casa o a los amigos, esos dibujos curiosamente no se exponen, no buscamos una galería, son como mi diario personal y algunos se publican en libros a nivel estatal o nacional, pero no hay quien los pueda ver cerquita, esos dibujos los voy construyendo a base de manchas y voy haciendo lo que se me va ocurriendo en el momento, no hay una idea previa, se va construyendo como cuando miramos las nubes.

— ¿Cómo sabe cuándo llega el momento de dar fin a una obra, de plasmar su rúbrica?
Tengo firma y es muy estilizada, con forma de triángulos, hay cierto esoterismo también. Al que no le dejaban jugar futbol, y se llama benjamín Galindo, firma como Galiopintore.
Generalmente, firmo del lado derecho cuando alguien me lo pide, normalmente, trato de no firmar los cuadros para que éstos se firmen por sí mismos, que sea mi trabajo el que me identifique.

— Háblenos del término fama, ¿aspira a ella?
Creo que todos tenemos un poquito de ego como seres humanos y como artistas un poquito más. Antes de dedicarme completamente a la pintura, tuve un grupo de rock, grabamos dos veces con disquera, finalmente dije: “ya no quiero grupo de rock” y me dediqué a dar clases y a pintar. Me encanta la fama, compartir lo que hago, lo que sé, me fascina que me conozcan y dejar esta huella.
Estamos echándole muchas ganas mi esposa y yo para que la obra alcance plusvalía y llegue a fortalecerse.

Alguien me preguntaba cuál era la diferencia que encontraba entre un artista y el pintor, le dije que el pintor pinta y el artista vive”,
Benjamín Galindo,
Artista toluqueño.

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