IMPULSO/Miguel Á. García/Toluca
La normalización de prácticas electorales indebidas por la sociedad Mexicana ha generado que los delitos electorales sean en pleno siglo 21, y pese al costo de nuestra democracia, una actividad ilegal frecuente y hasta común entre ciudadanos y partidos.
En el marco de la elección local y federal de este domingo, Erick Toledo Villalpando, profesor de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEM, señala que la figura de los delitos electorales es relativamente nueva, pues pese a ser prácticas históricas no existían los canales ni las instituciones que permitieran tipificar estos procedimientos como un delito.
Con ello, reconoce, en el imaginario colectivo males como la compra de votos aparecen de forma habitual en cada proceso, a partir del beneficio directo que reciben quienes participan en esta actividad ilegal.
“Desafortunadamente no (denuncia) porque aquí estamos mostrando una lógica de incentivos y hoy en día la gente sigue siendo corresponsable, la ciudadanía sigue siendo corresponsable en la comisión de este tipo de delitos, comprar el voto implica vender del voto y entonces al aceptar yo vender mi voto estoy cometiendo un delito”.
El robo de urnas, boletas, el voto por terceros, votar en más de una ocasión en el denominado turismo electoral refiere son delitos cada vez menos frecuentes pero que en espacios rurales son males aún reproducidos por las figuras en el poder.
Con ello ante la importancia de la elección de este domingo llama a la población a superar paradigmas del pasado y no sumarse a prácticas indebidas y denunciar.
“Tengo yo la obligación como ciudadano de denunciar estos casos más allá de los incentivos más allá de que yo necesite los 500 pesos los tinacos, las despensas los bultos de cemento que me ofrezcan, pero la compra del voto para coaccionar o para dirigir el sentido del voto es un delito y los ciudadanos tenemos la obligación la responsabilidad ética de denunciar”.
Los delitos electorales, estableció, no son solo responsabilidad de las autoridades sino de aquellos que desde la complicidad han normalizado este tipo de conductas, prácticas que violentan la equidad, transparencia y libertad de un proceso además de golpear la opinión ciudadana.