IMPULSO/ Edición Web
Los Ángeles
“El evento no era nada fuera de la rutina, una inauguración de una exhibición de fotógrafos rusos. Cuando el hombre se paró en el escenario con una pistola, lo primero que pensé fue que era parte de un teatro. Nada más lejos de la realidad”, cuenta en el blog de AP Burhan Ozbilici, el fotógrafo en cuyas imágenes quedó consignado casi segundo a segundo el asesinato del embajador ruso Andrei Karlov en Ankara.
Ozbilici no estaba de guardia, ni de trabajo. Un amigo suyo lo había llamado para que fueran juntos a una exhibición de fotografías que, de hecho, se realizaba cerca de su casa. Una vez terminó su trabajo en AP, se juntó con su amigo, aunque llegó un poco tarde. “Cuando anunciaron el discurso del embajador de Rusia, pensé que quizás esa foto me iba a servir para mi archivo personal o para el de AP.
Así que me acerqué y empecé a retratarlo, me volteé para enseñarle a mi amigo y tres minutos después, empecé a oír unos fuertes disparos”, cuenta el fotógrafo que ni siquiera cuando vio al atacante pensó en un asesino. “Por su ánimo calmado parecía más un hombre que estaba dispersando a la gente”, agrega.
Momentos después, el embajador ruso yacía en el suelo. “El atacante nos amenazaba con su arma a todos, gritando arengas. Él le disparó al embajador al menos una vez más desde una menor distancia y luego le disparó a alguno de los cuadros expuestos en las paredes. Entre todo fueron alrededor de 8 disparos”, continúa el fotógrafo que –entre asistentes que corrían para protegerse debajo de las mesas y personas agrupadas en esquinas atemorizados– logró ponerse detrás de unas columnas para no dejar de tomar fotografías. “Me acomodé de tal manera que pudiera seguir fotografiando”.
Ozbilici, que había ido por casualidad al evento de arte, terminó convertido en un testigo privilegiado de lo que estaba sucediendo. En su cámara queda registrado cuando el atacante vestido de traje negro queda solo en el escenario con el cuerpo del ministro en el suelo, y cuando recorre todo el lugar apuntando con su arma a todos los testigos.
También se voltea y registra lo que pasa con los atemorizados asistentes. Luego, una imagen más, el asesino identificado por las autoridades como Mevlut Mert Altintas baja el arma, levanta su mano empuñada y señala al cielo para gritar: “No se olviden de Alepo, no se olviden de Siria”. “Él también gritó ‘Allahu akbar’ (Dios es grande) pero no pude entender el resto, porque lo dijo en árabe”, explica el fotógrafo, quien logró salir y correr a la oficina para enviar el material que había recogido. (Zócalo de Saltillo)