IMPULSO/ Opinión
CUERNAVACA, MORELOS
QUINTA PARTE
Si este mes de 2019 hubiera sido bisiesto mi hermano Fortino estaría cumpliendo, exacto, 79 años 3 meses, desde luego la realidad supera los caprichos de los calendarios.
Dos anécdotas más antes de seguir con su carrera profesional. Muy jóvenes con sus compañeros de pandilla del barrio, San Andrés Tetepilco, se aficionaron a las motos, les gustaban los deportes extremos; es el caso que el pasamanos del puente de Rio Churubusco y Calzada de la Viga, cuando ambas arterias era hídricas, la segunda comunicaba a la trajineras con las verduras al mismo Zócalo de la ciudad capital por la calle de La Acequia.
El ancho de ese pasamanos era de un metro y medio, los jóvenes motociclistas demostraban sus destrezas atravesando una y otra vez hasta que los patrulleros los llevaban al juez de paz para que después de pagar las multas respectivas recuperar la libertad y sus vehículos.
Fuimos de la generación del Futbol Americano, cuando los equipos: Pumas de la UNAM y los Burros Blancos del Poli. El estadio se abría un día antes, la juventud pernoctaba para conseguir algunos lugares; por el trabajo pocas veces los acompañé en la velada, pero siempre el día del juego encontraba mi butaca apartada por el consanguíneo.
En un momento dado consideré que el “matrimonio” con Radio Mil se había terminado, oímos el canto de las sirenas y aceptamos el puesto de Director de Divulgación Presidencial con José López Portillo, había que conocer el otro lado de la comunicación. Dicen que los periodistas nos dividimos en borrachos y cantineros: los borrachos somos los reporteros y los cantineros los jefes de prensa que sirven a los primeros.
Participamos en las negociaciones en España para la visita de un primer Jefe del Ejecutivo Mexicano a la nación peninsular. Mi hermano con profesionales amigos comunes me ayudó, sin paga alguna, a constituir las exitosas campañas de imagen del Presidente.
A los 11 meses no aguante más y le renuncié a Don Pepe, en Madrid, el sabía del éxito del cortometraje “Perfil de un Presidente”, que presenté en el horario estelar de la Televisión Española un día antes de su llegada. Mi hermano me hacía llegar los ofensivos comentarios en mi contra en notas y columnas.
Don José, me pidió que no “armara un escándalo”, en Europa con mi renuncia, aguanté sin hacer caso a los consejos de la familia. A mi regreso a México le acepté a Don José seguir en el puesto, no pude más, me percaté que de la propia Oficina de Prensa de la Presidencia se ordenaba la campaña en mi contra, obvio, yo no era un militante de ningún partido, sólo era un profesional de la comunicación.
Fueron 9 meses y medio de persecución inaudita, con amenazas de hacerme cargos delictivos, Margarita, “la hermana incómoda”, mi jefa directa, ya había metido a media docena de personajes de la industria del cine. Estuve a punto de perderlo todo, porque como funcionario público nunca me pagaron porque jamás se aprobó el presupuesto de la dirección a mi cargo.
Fueron meses y días de angustia, aparte de Silvia, mi hermano Fortino me acompañó, prácticamente no me dejaba salir sólo. Asistíamos a la dominada con los amigos, pero no se despegaba hasta que me veía entrar a casa. En cada esquina o atrás de un automóvil veíamos fantasmas de guaruras prestos a cancelar nuestra libertad.
Salvé la casa pignorando los automóviles de mis hermanos, Fortino Ricardo, Francisco, María Isabel “Chabe”. A ellos les debo continuar gozando de la casa de Colinas de Tarango, que adquirimos, también a plazos desde hace 46 años. CONTINUARÁ.