Por Luis Flores.
Buenas intenciones
Como cada inicio de año todos comenzamos con las mejores intenciones, los clásicos buenos propósitos, desde los más predecibles como: bajar de peso, dominar nuestras emociones, cambiar de trabajo, no gastar en cosas innecesarias, ser más productivos y otras cosas; responden más que nada a adaptarnos a lo que creemos que los demás esperan de nosotros, ideas preconcebidas que los medios de comunicación nos han hecho creer como necesarias para ser “normales” o acercarnos a los estándares con los que la mayoría crecimos, cuidar tu imagen, tener un buen sueldo, ser atractivo para no quedarnos solos por toda la eternidad, prácticamente ese miedo a la soledad nos hace crear listas de cosas que nos hacen falta para cumplir esos requisitos intangibles que durante tantos años fracasamos en alcanzar, por lo que lo más fácil sería no atormentarnos con esas listas de intenciones que sabemos no podremos cumplir y no porque no queramos si no porque el propio sistema está construido para aplastar nuestros mejores planes, sin ningún tipo de empatía o misericordia. Desde que nacemos estamos condicionados a cumplir las expectativas de los demás y el estrés acumulado por tantos años de nadar contracorriente, nos puede convertir en seres solitarios y amargados, nos sentimos impostores, aunque hayamos desarrollado un trabajo durante muchos años de una manera eficiente y sin grandes sobresaltos, pero tenemos la idea de que siempre estamos en el lugar equivocado y en momento equivocado y los adelantos tecnológicos no ayudan. Ahora uno se siente frustrado porque no tiene miles de amigos en las redes sociales, aunque la mayoría sólo sean amigos virtuales que uno jamás vera en persona, si uno no monetiza en youtube, en cualquier otra plataforma, o si no es famoso de cualquier manera. Querer ser anónimo es mal visto en una época en la que todos quieren ser vistos y admirados y no importa si el reconocimiento es por cuestiones banales o superficiales. Esto no quiere decir que no haya contenidos interesantes en el ciberespacio, al contrario creo que estamos en uno de los periodos más interesantes de la historia, nunca habíamos tenido tanta información a nuestra disposición, pero la condición humana nos impide ver con claridad el potencial real de estas posibilidades casi infinitas, pero esto no quiere decir que todos tenemos que subirnos al mismo barco, porque por fortuna no es el único. Así que si ustedes están preocupados porque de nuevo no van a poder cumplir con su lista de propósitos de años nuevo, mejor desháganse de ella y verán que por lo menos parte de ese estrés absurdo desaparece, lo que a esta alturas de virus y amenazas cercanas ya es una gran ganancia.