Luis Flores
Apariencias
Hace unos cuantos días pensaba en algunos de aquellos refranes o frases que hasta hace no tanto parecían verdades casi totales y que en esta época han dejado de funcionar, como “lo que se ve no se juzga” que en estos tiempos de manipulación visual no podemos tomar como algo seguro, se manipulan las imágenes, se manipulan las palabras, se manipulan los sentimientos, todos se retoca y se cambia a conveniencia: caras, cuerpos, estadísticas, información, historias. Se juega con la realidad, pero como todos sabemos tarde o temprano la verdad emerge y nos muestra lo que hay detrás de ese maquillaje aterrador, algunas veces no sirve de nada darse cuenta del engaño pues el daño ya está hecho y demostrar los engaños del pasado se vuelve casi imposible pues la historia ya ha sido escrita sobre esos cimientos falsos que tarde o temprano cederán ante el peso de la mentira y mostrarán la historia real que, paradójicamente, será puesta en duda por aquellos que crecieron a la sombra de esa historia manipulada y cuya historia personal también está permeada por esos datos falsos, lo que, si fuéramos consecuentes haría tambalear todas nuestras creencias, por lo que preferimos no ahondar en los hechos y seguir con nuestra vida sin enterarnos de verdades incómodas y si tenemos el valor de afrontar las consecuencias corremos el riesgo de caer en una espiral sin fin de la cual será muy difícil escapar, lo que nos deja impotentes ante esas “verdades históricas” que nos han querido hacer creer toda la vida.
Otra frase que ha dejado de funcionar es aquella de “haz el bien sin mirar a quien” hace poco me enteré de la existencia de un software o aplicación que sirve para dar seguimiento al dinero que uno dona para cualquier causa a ciertas fundaciones que parecen confiables. Un programa o algoritmo que se encarga de saber si dicha fundación u organización es confiable y de ver el trayecto de lo que donamos, quien lo recibe en que se gasta, dicen los inventores del sistema de rastreo que la razón principal es que se ha descubierto que de todas la donaciones globales el 30% se pierde en corrupción, siempre hay alguien que se queda con lo que no le pertenece, un 30% que a algunos les parecerá mínimo, pero que se vuelve en una cantidad estratosférica qué podría ayudar a acabar con el hambre en una gran parte del mundo y que termina en los bolsillos equivocados. El problema es que hasta ahora pocos hacen caso de este tipo de adelantos tecnológicos pues como todos sabemos “todo es del color del cristal con que se mira” y a muchos no les conviene que sepamos esas cosas que según ellos, no nos importan.