IMPULSO/ Ciudad de México
: Originaria de Praga, Checoslovaquia, estableció su residencia en México desde 1960, donde creó la mayor parte de su producción plástica
Tanya Kohn, considerada una de las pintoras más sobresalientes del arte contemporáneo, murió a los 84 años, dejando una extensa producción que tenía como tema central la vida misma.
La artista nació en Praga, Checoslovaquia (1935) y emigró a Quito, Ecuador a los cuatro años. Estudió en Estados Unidos, Suiza y Francia, y en 1960, después de vivir dos años en Israel, llegó a México invitada por el Organismo de Promoción Internacional de Cultura (OPIC), de la Secretaría de Relaciones Exteriores, país que eligió para su residencia definitiva.
A lo largo de su carrera participó en más de 400 exposiciones internacionales en museos de gran prestigio, entre ellos el Museo de Bellas Artes, de Caracas, Venezuela; las bienales de Pintura de Sao Paulo, Brasil, y Lima, Perú; el Museo de Arte Moderno de América Latina (OEA), en Washington DC; el Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno en la CDMX, entre muchas más.
La obra de Tanya Kohn es energética, viva y pacífica. El espectador es transportado a selvas majestuosas, mares profundos de aguas azules en movimiento, a la esencia del viento y a la ternura de una madre con su hijo en el vientre.
Creó collages de animales en peligro de extinción, esculturas y serigrafía. En su obra plasmó la esencia de rostros, animales y familias. Cada una de sus pinturas es única y poderosa, su comprensión del color y de la forma son un fluir que aviva los sentidos de los espectadores.
En una entrevista para Enlace Judío, declaró que “el arte ha sido para mí toda la vida, soy hija de artistas y siempre ha sido mi interés primordial, tengo otros intereses, la cocina, la ecología, la filosofía y las personas. Pero el arte ha sido primordial, he ido siempre a muchas exposiciones, he leído sobre arte, he pintado desde muy pequeña. el arte ha sido toda mi vida”.
Para la artista, su principal tema de inspiración era la vida misma. “Tengo conciencia de los colores, las sombras, las líneas, las formas de la realidad que nos rodea. Cuando doy clases trato de despertar en los alumnos la riqueza visual de la cotidianidad que vivimos”, decía.
Su lenguaje pictórico tenía como base los cuatro elementos fundamentales: tierra, aire, viento y fuego, para plasmar la naturaleza con un lenguaje rico en colores y atmósferas. El mar, el viento, la selva, la figura humana, fueron llevados a lienzos trabajados con técnicas mixtas y generalmente en gran formato.
DATO
Participó en más de 400 exposiciones internacionales en museos de gran prestigio, entre ellos el Palacio de Bellas Artes en la CDMX
