IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
A pesar de sus altas temperaturas, kilómetros de arena y aparentemente pocos recursos, el desierto es un lugar para la vida y la expresión cultural.
Así lo han concebido dos grupos humanos que lejos de pretender dominarlo se han adaptado a él y lo aman profundamente: los comcáac (seris) que habitan el desierto de Sonora, y la nación saharaui, del Sahara Occidental, por lo que sus saberes y expresiones constituyen un patrimonio cultural de gran valor y una lección de sobrevivencia.
En un intento por mostrar los puntos en común del pasado y el presente entre ambas culturas, tales como su antigua raíz nómada, la relación con el desierto, la memoria atribuida al mar y la lucha por defenderse del despojo de sus tierras, es que el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM) abrió al público la exhibición etnográfica De nomadismos y hospitalidades: comcáac y saharauis, detalló el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.
El embajador de la República Árabe Saharaui Democrática, Ahmed Mulay Ali Hamadi, agradeció al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y al MNCM abrir las puertas de sus salas para mostrar al público mexicano durante tres meses a estos dos pueblos del desierto.
El director general del INAH, Diego Prieto Hernández señaló que esta exposición se relaciona con tres conceptos sobre lo común y lo diverso: el desierto, el nomadismo y la hospitalidad.
El desierto, que es el medio con el que interactúan ambas sociedades para sobrevivir; el nomadismo, que apela a la condición que hemos tenido los seres humanos por lo menos durante 95 por ciento de nuestra existencia, desde que se desarrolló el Homo sapiens el planeta, porque la vida sedentaria es muy reciente, de no más de 7 mil años. Por eso recuperar la tradición nómada es fundamental para entendernos y también para combatir a quienes pretenderían acorralar con muros, el impulso de los grupos humanos para moverse.
La exhibición presenta alrededor de 75 objetos, entre fotografías, indumentaria, utensilios y materiales audiovisuales, procedentes de los museos Nacional de Antropología, Regional de Sonora y colecciones particulares; destaca un textil comcáac elaborado con piel de pelícano que tradicionalmente se usaba para la cuna donde dormían los niños; así como una curda tejida con raíz de sahuaro, un cactus que abunda en Sonora.
Del pueblo saharaui sobresale un juego de té; la práctica de tomarlo tiene un gran simbolismo para este pueblo, que suele hacerlo cotidianamente como pausa para tener un espacio consigo mismo y compartirlo con los otros. La costumbre es tomar tres tazas pequeñas: la primera amarga, como la vida; la segunda dulce, como el amor, y la tercera suave, como la muerte.
La exposición cuenta con cuatro ejes temáticos: Nomadismo, entendido como otra forma de habitar el planeta; Desierto y vida, naturaleza y cultura, donde se analizan las consecuencias ecológicas en la vida de ambas naciones; Justicia, abordada desde la experiencia de los pobladores; y Hospitalidad, como una práctica ejercida a través del lenguaje y la traducción.