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Escalera al éxito con peldaños humanos

Édgar Iván Vargas López/ITESEM Toluca

En busca del escenario predilecto para saciar el hambre de superioridad, que se resume en el poder que cada persona busca, nos encontramos en política EN ignorancia o ingenuidad.

Históricamente, lo que nos ha traído a donde estamos es el conjunto de buenas o malas decisiones de las personas que han estado en una posición de poder y de sus subordinados, hoy en día, se lo podemos reclamar.

La ética nula de estos personajes que sólo han buscado beneficios propios deja una sociedad abrumada y con una obligación adjudicada para reparar el daño. La justicia no impera, las prioridades personales cargan la balanza a su favor.

Un gran ejemplo de esto es la crisis financiera de 2008, ¿Quién tuvo la culpa?, ¿por qué no hicieron algo antes?
Basándonos en el documental “Trabajo confidencial”, nos adentramos en la historia de una catástrofe mundial que tuvo como epicentro EE.UU., problemática que involucra Gobierno, economía y población.

Encontramos un Estados Unidos con un gran crecimiento económico después del trago amargo que fue la gran depresión en 1929, un sector regulado correctamente hasta la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, con quien empezó la desregularización del sector financiero.

George Soros hace una metáfora en la que menciona que los mercados son como un buque petrolero, son inestables, y es por eso que el petróleo se guarda en compartimentos para evitar que su movimiento derribe el barco, así era después de la depresión hasta el momento que comenzó la desregulación que eliminó esos compartimientos, todo se tornó más inestable.

Los bancos tenían prohibido invertir el dinero de sus clientes, correctamente era así, pero no hubo quien los detuviera a esas alturas, y como cada acción tiene su reacción, llegaron las perdidas, personas que se quedaron sin sus ahorros de toda la vida, sólo por confiárselo a una institución que manipulaba ilegalmente esos recursos.

Alan Greenspan, un nombre recordado por ser el presidente de la Reserva Federal de EEUU, quien apoyó las desregulación de los derivados financieros, según su testimonio, eran algo muy seguro y no necesitarían regulación.

Eran niños, niños que buscaban encubrirse para evitar el castigo necesario. Empresarios, banqueros, abogados que sabían que estaban haciendo algo incorrecto; el único beneficio: dinero.

Estaban dispuestos a pagar el bienestar de un país por ese dinero, esto los cegó tanto que se creyeron que era dinero fácil y sin riesgos, el sueño de todo inversionista.

La radiografía de este sistema siniestro involucra a las familias, agentes hipotecarios, bancos, inversionistas bancarios, agencias calificadoras e inversionistas.

El proceso comienza con la familia que busca una casa con un agente hipotecario, quien, al conectarlos con el prestamista (el banco), obtiene una gran comisión. El banco otorga la hipoteca y se la vende a inversionistas bancarios que se encargan de hacer las obligaciones de deuda colateral (CDO por sus siglas en inglés).

Hacemos una pausa para explicar, los CDO son derivados financieros, posteriormente denominados “basura”, que conjuntaban gran cantidad de hipotecas.

Las agencias calificadoras, tales como Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s, les ponían la calificación máxima: AAA, aseguraban la capacidad de pago y así se vendían. Todos obtenían grandes ganancias, estas agencias cuadriplicaban utilidades.

El dinero de la hipoteca iba directamente a los inversionistas, pero, claro que no era suficiente, empezó la búsqueda de más hipotecas, así surgieron las hipotecas ‘subprime’, otorgadas a personas con alta probabilidad de morosidad.

Pronto, los CDO se llenaron de este tipo de hipotecas, era cuestión de tiempo que dejaran de pagar esos clientes y que los activos se convirtieran sólo en casas vacías. Siguiendo la ley de oferta y demanda, se ofrecían muchos bienes inmuebles mientras nadie quería comprar, esto provocó la caída del sector inmobiliario.

Las personas que apostaron contra del sector inmobiliario mediante las permutas de impago crediticio (CDS) lograron obtener ganancias a costa de la crisis. Los CDS también funcionaban como un seguro para los inversores que tenían CDO’s en caso de morosidad.

AIG fue una empresa encargada de vender estos CDS a inversores y especuladores que pagaban una prima trimestral. Cuando hay un incumplimiento de los pagos AIG, les pagaba a los inversores por sus pérdidas y a los especuladores que apostaron en contra del CDO, esto se resumió en grandes pérdidas.

Goldman & Sachs vendía estos CDO sabiendo que eran basura, al tiempo que apostaba en contra de ellos en AIG. Una jugada que le traería grandes ganancias a costa de sus clientes, a quienes les decían que era una gran inversión.

Si nos dedicamos a buscar culpables, hablaríamos del Gobierno por su falta de regulación, los bancos por saltarse las leyes y otorgar créditos a todos, las personas que pidieron créditos sabiendo que no podrían pagarlos, aquellos que vendieron los CDO’s, las agencias calificadoras que marcaban todo como AAA, excusándose en que “sólo es una opinión” y culpándonos por creer en ellos.

Se perdieron empleos, ahorros, hogares, vidas y los únicos que se encargaron de levantar la economía fueron los mismos afectados, aquellos que se habían hecho millonarios siguieron así, pensando que ellos no eran culpables de nada, sin un poco de arrepentimiento.

El dinero les daba poder, se sentían invencibles y llenos de alegría, nadie quería arruinar la fiesta diciendo que pronto iba a colapsar, las personas que lo hicieron fueron ignoradas.

El poder fue el culpable, quien tomó responsabilidad fueron los despojados, los trabajadores y ciudadanos. La falta de humanidad y ética colapsaron un sistema de ayuda y crecimiento, que ni el Gobierno, encargado del bienestar social, pudo prevenir.

Conocer estos errores nos debería dar la oportunidad de evitarlo en el presente, pedir rendición de cuentas a las personas que están en el poder y exigirles el correcto manejo de los recursos por un bien común.

Si bien el mejor ejemplo provendrá de lo individual, nosotros, como seres individuales, al actuar de manera cívica recogemos los frutos de una sociedad, que, aunque lejos de la utopía, está regida por el respeto y responsabilidad.
“Power is always dangerous. Power attracts the worst and corrupts the best” (Edward Abbey).

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