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“Es inocente”, dice esposa de policía acusado de matar a fotógrafo

IMPULSO/ Agencia SUN
Cancún, QR.
La tarde en que Javier Rodríguez Valladares y una persona más fueron asesinados en la Supermanzana 29 en Cancún, el policía Alfredo “N”, a quien la Fiscalía General de Quintana Roo acusa del doble homicidio, se encontraba dentro del local propiedad de su esposa, antes y durante los disparos.
La probable prueba de lo anterior son los repartidores que se encontraban en el local y el video tomado por una de las cámaras del inmueble, ubicado en avenida Palenque casi esquina con Calle Caleta, en donde ocurrió el crimen.
También el dicho de la esposa de Alfredo “N”, quien se estaba en el mostrador del establecimiento, al lado del policía municipal comisionado como escolta, cuando se escucharon las detonaciones de arma de fuego.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la mujer del imputado, narró que suelen cerrar el pequeño negocio de ensaladas a las 17:00 horas, pero el 29 de agosto pasado unas reparaciones dentro del local les hicieron quedarse después de las 18:00 horas.
Ella se encontraba al lado de su esposo, a quien describe como “un policía de corazón, orgulloso de su trabajo”, mientras sus repartidores estaban bebiendo afuera del local.
“De pronto se oyeron detonaciones. Yo le dije a mi marido que eran disparos, al menos yo escuché 10. Le pedí que no saliera. Los muchachos entraron y medio se asomaron para ver qué pasaba. Mi marido se asomó también, regresó y sacó su pistola y su celular y empezó a llamar al 911 para pedir ayuda, pero no le respondían”, cuenta.
“Los muchachos hicieron lo mismo y él le marcó a uno de sus compañeros, policías, quien le dijo que andaba por ahí cerca. Ya que no se escuchó nada salieron hacia la esquina y luego se fue hacia la calle de Caleta, donde mataron a las dos personas”, narró la mujer.
Frente a uno de los cadáveres había dos mujeres llorando. Alfredo les preguntó si estaban bien y si conocían a las víctimas, le respondieron que no y se fueron apresuradamente.
Alfredo seguía con la pistola en mano y en la otra el celular cuando llegó la patrulla y de ella descendió un reportero, detalló la esposa del imputado.
El reportero tomó varias fotografías, incluyendo una gráfica de Alfredo de espaldas con el arma en la mano. Otra policía comenzó a acordonar la zona, mientras el policía comisionado como escolta hablaba con su compañero, quien llegó atendiendo su llamado.
Después de un rato Alfredo y su esposa se retiraron a su local, bajaron la cortina y se marcharon a casa. Al día siguiente, según el relato de la mujer, llegó un policía ministerial al local para recabar datos.
“Yo le pedí a Alfredo que no dijera nada para que no se metiera en problemas, pero como buen ciudadano y policía tratando de ayudar le contó lo que pasó y le dijo que él era policía municipal. El ministerial le aventó su credencial y le respondió que no le importaba quién fuera”, detalló.
El viernes, dos policías ministeriales distintos llegaron al local para continuar los interrogatorios y la reacción fue similar a la anterior.
“El sábado otra vez llegaron tres ministeriales, pero a comer. Se sentaron, ordenaron, les servimos y Alfredo se sentó a platicar con ellos. Le dejaron una hoja pidiéndole las copias de los videos del local. Luego se fueron”, señaló la entrevistada.
Aquel sábado, el hijo de Alfredo cumplía 12 años y programó llevarlo a los “go karts”, junto con un amigo de la escuela. Iba camino hacia allá, pero a la altura de avenida Chac Mool, con López Portillo, se le cerraron dos vehículos. De ellos descendieron policías ministeriales que lo sometieron violentamente frente a los dos adolescentes.
La mujer recibió una llamada telefónica pidiéndole acudir al ministerio público a recoger a su hijo. “Me fui de volada y lo encontré muerto en llanto”, expresó, ya con la voz quebrada.
“Nadie me quería decir lo que estaba pasando, hasta que una persona ahí me dijo, casi a escondidas, que estaban involucrando a mi esposo en el asesinato del periodista. Me quedé helada. Mi hijo lloraba y me decía que era el peor cumpleaños de su vida”, prosiguió.
Su esposo le informó que lo llevarían preso a la cárcel, a la cual fue trasladado, escoltado supuestamente por 25 patrullas. “Es una vergüenza, a los verdaderos criminales no les dan ese trato”, reprochó.
Ya en la cárcel de Cancún, Alfredo ha sido víctima de amenazas y teme por su integridad.
El pasado domingo que se desarrolló la audiencia de imputación de la acusación, su esposa señaló que los testimonios de los policías coinciden en que Alfredo les llamó para solicitarles ayuda porque había detonaciones de arma de fuego en la Supermanzana 29 y gente muerta.
Sin embargo, la mujer señala que es el testimonio del reportero que tomó la fotografía de Alfredo es la principal prueba presentada por la fiscalía para inculparlo.
“En la audiencia, tres ministerios públicos dieron declaraciones totalmente diferentes; ninguna concuerda. En la primera, el reportero afirma que cuando pasaba por la avenida Palenque, se percata de las detonaciones de arma de fuego y como su deber es informar a la gente se metió en la calle de Playa Caleta y que cuando llegó vio a una persona con playera blanca y pantalón caqui con un arma en la mano y una placa de policía colgada.
“Otra versión que da, es que cuando circulaba por avenida Chichén, escucha detonaciones de armas de fuego y manifiesta que llega a Playa Caleta, ve a una persona activar un arma, de la que cae un cartucho, después de que Alfredo disparó a alguien en el piso”, citó.
La tercera versión presentada por la Fiscalía también es del comunicador quien, según la mujer, afirma que vio que Alfredo le disparaba a una de las víctimas y dos mujeres le gritaban “ya déjalo, no sigas, ya lo mataste”.
“Todo eso lo declaró el reportero, sobre lo que según él presenció. Y que Alfredo le envolvió su arma en un pañuelo blanco y se la dio a dos sujetos que se retiraron del lugar y que esperó a que llegara la Policía”, añadió la mujer, quien dice que ellos vieron que presuntamente el comunicador llegó, al culminar el homicidio, y descendió de una de las patrullas a las que llamó su esposo.
“No hay más pruebas. La defensa pidió un estudio de balística y nos dieron tres días para presentar videos y todas las evidencias que prueben la inocencia de mi esposo. El seis de septiembre es la siguiente audiencia”, agregó la mujer, que afirma que demostrará que su esposo no es culpable, sino un “chivo expiatorio” para salir al paso de la presión en contra de la Fiscalía.

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