La gente que vive con epilepsia no necesariamente tiene un daño cerebral o una alteración cognitiva, toda vez que el 80 por ciento de quienes la padecen, son personas con un desarrollo normal
Miguel Á. García/Toluca
En México se calcula que hay alrededor de dos millones de personas que luchan todos los días contra la epilepsia; una de las enfermedades neurológicas más comunes, en la que en pleno siglo 21 permea la desinformación sobre sus síntomas, tratamientos y consecuencias.
De acuerdo con Esther Carrillo, investigadora de la Facultad de Medicina de la UAEM, de manera generalizada existen algunas creencias sobre la epilepsia que es necesario erradicar para ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes la padecen partiendo de que “No es una enfermedad mental”, indica.
“En la antigüedad, se creía que, al ser un padecimiento generado en el cerebro, se podría catalogar como una enfermedad mental. Sin embargo, la epilepsia es una condición neurológica, es decir, afecta al sistema nervioso central y periférico, ya sea el cerebro, la médula espinal, los nervios craneales y periféricos, las raíces nerviosas, el sistema nervioso autónomo, la placa neuromuscular, y los músculos” expresa.
Detalla que la gente que vive con epilepsia no necesariamente tiene un daño cerebral o una alteración cognitiva, toda vez que el 80 por ciento de quienes la padecen, son personas con un desarrollo normal. No obstante, existe un porcentaje que podría presentar algún tipo de discapacidad en el aprendizaje, sobre todo en menores de edad.
Entre los factores que podría afectar esta parte del desarrollo está la edad en la que comienzan lascrisis, conforme sea menor la persona mayor es el daño al desarrollo intelectual; la duración de las crisis es otro aspecto que se relaciona con una pobre habilidad intelectual o la localización de la afectación en el cerebro.
“No debes introducir objetos a la boca durante una crisis, durante una convulsión, se creía que debía colocarse algún objeto en la boca de quién la sufría con el fin de evitar atragantarse con la lengua o morderla. El hecho de introducir cosas mientras sucede una convulsión, puede resultar contraproducente al ocasionar daños mucho más graves, tanto al paciente como a quien se encuentra con él.
Lo adecuado, resalta, es dejar que la convulsión suceda y vigilar que no se golpe con algún elemento del entorno, sobre todo cuidando la cabeza.
La presencia de crisis convulsivas afecta el desenvolvimiento del paciente con su entorno. La realidad es que el 70 por ciento de las personas con epilepsia pueden vivir sin convulsiones si se diagnostican y tratan adecuadamente para llevar una vida normal
En cuanto al otro 30 por ciento, se trata de casos que son resistentes a fármacos y siguen convulsionando a pesar de haber intentado controlarse con dos o más medicamentos.
“Conocer más sobre este padecimiento, nos hace más conscientes de lo que representa y nos prepara para apoyar a las personas de nuestro entorno, no siempre tenemos a la mano la información correcta, y repetimos prejuicios sin conocer realidades”, declara.
Es importante buscar fuentes de información confiables, que a su vez nos brinden un panorama real que fortalezca las redes de apoyo y mejore la calidad de vida de personas con epilepsia, sentencia.
La presencia de crisis convulsivas afecta el desenvolvimiento del paciente con su entorno. La realidad es que el 70 por ciento de las personas con epilepsia pueden vivir sin convulsiones si se diagnostican y tratan adecuadamente para llevar una vida normal.
80 por ciento de quienes la padecen, son personas con un desarrollo normal. No obstante, existe un porcentaje que podría presentar algún tipo de discapacidad en el aprendizaje, sobre todo en menores de edad