IMPULSO/Luis Ángel Sánchez R.
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Artículo
Un comentario sobre el salario mínimo…
Bien por el aumento al salario mínimo, válgase la expresión… “¡Es lo mínimo!”…
Y es que luego de saber, o mejor dicho, de que se ventilara públicamente (porque de saberse ya se sabía…”desde siempre”…), esto de los muy groseros salarios que hay en el Poder Judicial de la Federación, lo que se detonó fue ese sentimiento de injusticia a partir no necesariamente de las cantidades que gana un Magistrado del Poder Judicial y en general el personal de ese ámbito del servicio público del Estado mexicano, sino por la distancia que evidencia con el salario mínimo, precisamente, porque si bien es cierto e indudable que aquí aplica la veracidad del dicho popular que reza: “cada quien cosecha lo que siembra”; porque queda claro que para trabajar en ese ámbito de desarrollo profesional es obligado tener un desarrollo profesional – que no es cosa menor conseguir-, pero así también es de subrayar y hasta reconocer que el rezago de ese sector popular de la sociedad es y por mucho, producto de carencias del gobierno y de la estructura administrativa del Estado, desde el punto de vista académico o del conocimiento objetivo, porque alguien diría, no sin asistirle cierta razón, “es parte del equilibrio social natural que en toda sociedad hay, como en un ejército, hay generales y tropa, sin uno y si el otro no hay ejército, así se imple”.
Pero en fin, para no incursionar en temas harto complejos, por no ser ni el espacio ni la oportunidad las adecuadas para ello, baste destacar que el aumento al salario mínimo es, sin duda, un inicio plausible, muy de aplaudirse –destacó-, porque es un efecto inmediato no solo de las promesas de campaña de nuestro ahora Presidente de la República, sino un acto de justicia social que nada tiene que ver o nada debería tener que ver con aspectos de populismo o de poder político, sino, vuelvo a subrayar, de justicia social de esa incidencia constante que debería haber en todo gobierno en el también constante progreso de la condición de vida de todos y cada uno de los habitantes del país.
Qué curioso resulta esta reflexión, porque obliga a recordar el slogan de la pasada administración, la de Peña Nieto, que se ufanó por sus grandes logros, autoasignándose incluso el gran logro de haber generado tres millones de empleo y siendo “el periodo del empleo”… en un universo de 120 millones de mexicanos… sí que las matemáticas no fueron lo más destacado de nuestro anterior presidente… y de su equipo de trabajo… en fin, esto de los logros en generación de empleo, queda para el “infausto anecdotario de los presidentes mexicanos” y lo del aumento en el salario mínimo queda como un viso de esperanza para un mejor México, para esa efectiva continuación progresiva de la “democracia y justicia social”, que con tantos afanes se ha venido logrando desde los tiempos post-revolucionarios y que por absolutamente nada debe dejarse de trabajar.