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Entre visionarios y visionudos


IMPULSO/ Luis Ángel Sánchez R.

El “Plan bolivariano” de hoy (Segunda parte)

Según decíamos, los “relevos” del poder en Latinoamérica tienden a una homogeneización presidencial, tendiente a su vez a la formación, velada o abierta, de un bloque americano semejante al famoso “Plan bolivariano” o “de las Américas”, que en los 20´s-30´s del 1800 buscó impulsar el libertador Simón Bolívar, sin duda, algo paradójico, en tanto que resulta ser Venezuela –país natal de Bolívar- esa pieza inicial que inicia algo semejante a esas fichas de dominó que en hilera una a una van cayendo pero, cuestionábamos: ¿a favor de quién?

 

Objetivamente, no son pocos los países latinoamericanos que sufren esa convulsión política que antecede a los cambios de régimen, según muestra la historia.

“No esperaremos al 2019 para sacar a Maduro”, grita ahora la oposición política venezolana ya con la mayoría en el congreso legislativo, el Vicepresidente de Brasil se distancia públicamente de su Presidenta, que está al borde de un juicio político, en Argentina, el Presidente electo exige que la presidenta Kirchner deje de ejercer el poder a partir de las 00:00 del jueves 10 de diciembre y la posibilidad de enjuiciarla a ella o sus allegados no está diluida; en Chile, desde hace años, el movimiento estudiantil contra la “privatización de la educación” se mantiene constante y en cerrazón para solucionarse; en Cuba, la tensión por la negociación con Estados Unidos, rumbo a concretar el famoso desbloqueo comercial, no deja de estar; y claro, para todos en nuestro país, la “oposición priista” no encuentra más asidero para subsistir que la dilución de principios, el uso de las viejas fórmulas de oposición, de esa crítica estéril y ocurrente que busca “pegar con la izquierda” y “cobrar con la derecha”.

En pocas palabras, los países clave de América Latina están mutando abruptamente de un régimen a otro, a uno que parece tenderá a sobreponer el interés económico y productivo a los conflictos ideológico-políticos, surgiendo –como afirmábamos- la obligada pregunta: ¿a favor de quién?

Aunque apresurada, la respuesta salta a la vista: el beneficiado principal son los Estados Unidos de Norteamérica.

Absurdo resultaría negar que la política expansionista norteamericana, desde sus inicios hasta la fecha, ha usado el mismo “modus operandi”, es decir, la desestabilización política de las “plazas”, de las que, al final de cuentas, siempre ha terminado beneficiándose, y no sólo en América Latina, sino en todo el mundo, como demuestra el más elemental de los análisis histórico-económico y sociológico al respecto.

Sin embargo y aunque el tema da para mucho más, lo único cierto de la realidad latinoamericana es que la moneda sigue en el aire.

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