Agosto 15, 2024
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Entre Visionarios y Visionudos

IMPULSO/ Luis Ángel Sánchez R.

Un rincón cerca del cielo

Con las vacaciones se antoja un poco de ociosidad, claro está, y como decían los abuelos, a “descansar haciendo adobes”. A partir de ello, cometí el error –ya verá por qué amable lector-, de ver películas ´clásicas´, elegí –ahí es donde estuvo mi error-, la protagonizada por Pedro Infante y Marga López, que lleva por título “Un rincón cerca del cielo”.

 

¡Qué bárbaro…deberían clasificar ese tipo de películas para ´muy adultos´!; o como en el caso de los discos de José José, venderlas con una botella de tequila como complemento; porque no es sólo lo desgarrador de la historia misma, que ya por sí misma hace llorar o gemir -al menos- al más insensible de los machos, sino todo lo que conlleva, es decir, el mensaje ´filosófico´-se podría decir- de esa y las demás películas de su ´especie´.

Como recordará –y si no se la cuento-, la historia gira entorno a un muchacho –Pedro Infante-, que de la provincia llega a la capital con una recomendación de trabajo; aunque al final de cuentas logra el trabajo en una oficina del servicio público, por la ayuda perversa de un personajillo del poder político; luego de muchos avatares cae en la más abyecta miseria, estando ya casado con una mujer sencilla y de principios –Marga López-; con quien vive, si bien, una muy hermosa historia de amor, también, una tragedia que bien podría superar en intensidad, forma y fondo, a las que se consideran clásicas, es más, al mismísimo Shakespiare.

En su primer parte, la historia termina con la muerte del hijo a causa de la miseria, porque el padre no pudo comprar las medicinas que necesitaba su hijo enfermo, y con su encarcelamiento, porque para comprar las medicinas tuvo que robar; ya la segunda parte de la historia, titulada “Ahora soy rico”, completa el ´mensaje´-por así decirlo-, que enseña que en efecto y como cantaba Luis Arcarás “…el dinero no es la vida, es tan sólo vanidad…”.

Sin embargo, lo que queda de la historia comentada es la conciencia de lo vulnerable que es la condición humana, no sólo porque la diferencia entre estar vivo o nó, sólo la decide el Padre Eterno, sino porque en este mundo de tanta desigualdad, en el que “cada quien se rasca con sus propias uñas”…todo puede pasar.    

Bien nos caería una tercer Revolución, pero una cultural, con nuevos artistas mexicanos, los herederos de los anteriores, enfocados a lo mexicano, porque como dijo el comediante: “México…ra, ra, ra”.

 
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