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En Petit Comité

IMPULSO/
Óscar Mario Beteta

Para el titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales de la PGR, Santiago Nieto Castillo, todo parece haber terminado. Su carrera en ese ámbito habría concluido. Los errores que cometió apuntan a su condena. No se ve que tenga justificación. Él mismo se habría hecho el harakiri.
Pudo autoinmolarse al observar un desempeño inescrupuloso en el cumplimiento de sus delicadas responsabilidades. Por eso, aunque ganara en su alegato de restitución, saldría perdiendo. Al dilapidar la confianza que se depositó en él, ha perdido toda credibilidad. Eso no es reversible.
Muchos especialistas del Derecho han expresado sus opiniones al respecto. Lo han condenado, más que disculpado. El Senado, que lo designó, es el órgano que rectificará su expulsión y lo reinstalará en el puesto, o ratificará la misma, dispuesta con determinación y arrojo, y con un apego a la legalidad, así sea sujeto a interpretación, por el procurador general de la República encargado del despacho, Alberto Elías Beltrán.
¿Y ahora un fiscal carnal electoral? Empero, con los errores que cometió, Santiago Nieto Castillo no puede asumirse como víctima.
Es inmoral que trate de encubrir sus faltas en supuestas tergiversaciones que atribuye al reportero al que concedió entrevista. Se le fue la lengua y se está ahorcando con ella. Porque si hubiera sido el caso, y si fuera mínimamente consciente y honesto, habría hecho una aclaración inmediatamente después de que se dio cuenta de que sus palabras habían sido malinterpretadas o alteradas.
En defensa de la institución que representaba, y de su propia persona, pudo haber demandado al diario. Pero nunca lo hizo. Lo dice ahora en busca de una coartada llena de descaro y desvergüenza. ¿Es con esas cartas credenciales como podría abonar a la legalidad de las próximas elecciones, en la casi certeza de que se presentará la necesidad? Una y otra vez Emilio Lozoya, ex director general de Pemex, ha dejado indubitablemente claro que jamás le pidió que lo exonerara de hipotéticos vínculos con actos de corrupción de la empresa brasileña Odebrecht.
Además, no tienen esa facultad. Jamás lo presionó en ningún grado o sentido, como es públicamente constatable con los documentos que de uno y otro se han difundido.
La perniciosa cuanto reprobable actitud que ha tenido sobre el caso, se inscribe en una ingenuidad imperdonable; en una ignorancia que en él no tiene explicación, dadas sus notas académicas y profesionales; en una sarta de mentiras que lo descalican en toda la línea, y en un masoquismo que debe exhibir en otro lado, menos en una de las instituciones que son clave en el perfeccionamiento de la democracia electoral mexicana.
Por eso tampoco le vale que se asuma como perdonavidas, diciendo que no tomará represalias contra los partidos que voten por su relevo. Incluso, le pesarán gravemente las dos denuncias penales que en su contra ha presentado ya Emilio Lozoya. Así, todo indica que no podrá hacer nada contra nadie. No tendrá la oportunidad de descargar su ira si la Cámara Alta termina por echarlo.
Ésta sostiene que no se le permitirá que sea el Fiscal carnal de la oposición en materia electoral. Aunque meta las manos al fuego por él, parece inútil e infructuoso.
Con la ratificación de su cese, se conjuraría ese peligro. Con lo que Nieto Castillo ha hecho ya causó un enorme daño. El escándalo nacional que ha provocado, la parálisis del Congreso que ha inducido, enturbiando la aprobación del Presupuesto para 2018, son perjuicios que, si le va bien, no le serán reclamados penalmente. Si tuviera un mínimo de ética no estaría haciendo su teatro.
Más aún, debería ofrecer una disculpa pública y, con dignidad, marcharse silenciosamente y dedicarse a otra cosa. Pues queda claro que, para salvaguardar la integridad y la funcionalidad de una institución, velar por el interés de los ciudadanos que tengan que ver con la esfera en la que tuvo oportunidad de trabajar y guardar la normatividad actuando con un mínimo de prudencia para ser un árbitro absolutamente imparcial, lo suyo, lo suyo… no es. SOTTO VOCE…
Si el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien con empeño y hechos específicos muy positivos busca consolidar su trayectoria para tratar de alcanzar la candidatura presidencial por el Frente Ciudadano por México, lo primero que tiene que hacer es librarse del estorbo y lastre que es su secretario particular, Miguel Alonso Olamendi, quien bloquea toda posibilidad de contacto y buena relación de su jefe con los medios comunicación… Mario Anguiano, ex gobernador de Colima, ha sido puesto en la mira por el desvío de mil 800 millones de pesos porque, según se dice, quiso ser el poder tras el trono y su sucesor, Ignacio Peralta, simplemente no se lo permitió. Aun así, éste tampoco ha hecho nada digno que justique su desempeño.

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