Octubre 7, 2024
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En las nubes


IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo

A las agencias de colocaciones

El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información, no lleva ningún destinatario, sólo abre un nuevo punto de reflexión, comienza con nosotros que mal escribimos.

 

Les contamos que, en la antigua Grecia, Sócrates tenía una gran reputación de sabiduría.

Un día vino alguien a visitar al gran filósofo y le dijo: -¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo? -Un momento -respondió Sócrates-, antes de que me lo cuentes, me gustaría hacerte un test: la prueba de los tres tamices.

-¿Los tres tamices?

-Sí-continuó Sócrates-, antes de contar cualquier cosa sobre los otros, es bueno tomar el tiempo de filtrar lo que se quiere decir; lo llamo el cedazo.

El primero, es la verdad

¿Has comprobado si lo que me dices es verdad? -No, sólo es algo que me han dicho. -Muy bien, así que no sabes si es la verdad.

El segundo es la bondad

Lo que quieres decirme sobre mi amigo ¿es algo bueno? -Ah, no, por el contrario.

-Entonces -continuó Sócrates-, quieres contarme cosas malas acerca de él y ni siquiera estás seguro de que son verdaderas. Tal vez aún puedes pasar la prueba, que es el paso tercero: el de la utilidad.

¿Es útil que yo sepa lo que dicen que hizo este amigo? -No, no es importante que lo sepas.

Entonces, Sócrates saco la conclusión: -lo que querías contarme, si no es ni cierto, ni bueno, ni útil, ¿por qué querías decírmelo?

Sin este tamiz o filtro podemos hablar mal de alguien sin que nos conste y con el riesgo de hacer un daño injusto al implicado, sobre todo hoy que tan de moda están los prejuicios dentro de las agencias de colocaciones.

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Con la misma, siempre

Con el debido respeto, como si estuviéramos frente a las cámaras, les contamos:

Una pareja se encuentra en el campo, en una exposición de agricultura y ganadería, observa la subasta de un toro semental.

El hombre a cargo del remate anuncia el primer astado a ser vendido: “Un espécimen de primer nivel que el año pasado procreó 60 veces”.

La mujer codea a su marido y le dice: “Viste, eso equivale a cinco veces al mes”.

Ahora llegó el turno del segundo toro: “Otro espécimen de primera categoría que el año pasado llegó a aparearse 120 veces al año”.

Una vez más, la mujer codea a su marido y le dice: “Viste, eso equivale a algo como 10 veces al mes, ¿Qué dices sobre eso?”. Su esposo comienza a molestarse por estos comentarios.

Finalmente, llega el turno del tercer mamífero:

“Y este extraordinario espécimen llegó a aparearse 360 veces el año pasado”.

La mujer vuelve a codear a su marido y le dice: 

“Eso es todos los días del año, ¿y tú?”.

A esta altura, su marido, ya bastante enojado, le responde: “Sí, claro, pero… ¿porqué no le preguntas al anunciador si todas las veces fueron con la misma vaca?”.

Allá, en donde todos saben, acomodaría su respuesta. De acuerdo a sus asesores.

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